Fue el propio Andrés Manuel López Obrador quien en su más reciente visita a Puebla se sentó con los liderazgos estatales de lo queda de la supuesta izquierda poblana, para analizar cuadros y revisar con lupa quiénes podrían maximizar el potencial electoral de estos partidos, en el contexto de la conformación de una mega-coalición que defenderá con todo los intereses políticos del gobernador Moreno Valle en este proceso.
El “Peje” se mostró siempre a favor de Etcheverry y sin decirlo abiertamente sugirió que sólo con él como candidato, la estructura de operación electoral de Morena se pondría al servicio de la mini alianza PT-MC.
Andrés Manuel tuvo que apretarle las tuercas a la dirigencia nacional del PT, una vez que trascendió aquella larga y provechosa comida que sostuvieron hace algunas semanas el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle y Alberto Anaya, dueño del Partido del Trabajo.
Después del encuentro, Anaya giró instrucciones precisas para que su representación en Puebla se pusiera a las órdenes del mandatario poblano en la coyuntura del proceso electoral local del próximo año, algo que caló hondo en poblanos cercanos a AMLO, quienes interpretaron lo anterior como una artera violación a acuerdos previamente amarrados.
Acuerdos que, sobra decirlo, beneficiarán directamente a los siempre mediocres partidos de la falsa izquierda.
Y es que, sin el apoyo de Morena, PT y Movimiento Ciudadano estarían en la antesala de protagonizar uno más de sus ya tradicionales ridículos electorales.
No hay cuadros propios, mucho menos estructura eficiente y ni pensar en la capacidad de conformar una propuesta electoral propia con posibilidades mínimas de ser atractiva para el electorado potencial.
Morena es la tabla de salvación a la que tendrán que aferrarse.
Consciente de lo anterior, Alberto Anaya se vio en la necesidad de traicionar al gobernador Moreno Valle y recular en la estrategia de sumarse a la alianza morenovallista poblana.
Con todo lo que esto implica.
Ahora bien, por mucha estructura y capacidad de movilización electoral que tenga Morena, el perfil del candidato pesa mucho entre el electorado.
Si los dirigentes del PT-MC piensan que pueden tener un desempeño electoral tan bueno como el que tuvo AMLO en la elección federal pasada, se llevarán tremendo madrazo cuando se enfrenten a la cruda realidad.
Etcheverry, soba decirlo, no es AMLO, vaya ni siquiera llega a ser una mala copia del tabasqueño.
Sus intereses particulares, ajenos completamente a los de la verdadera izquierda, son un lastre adicional que tendrá que sortear el poblano en campaña.
Ya lo verá.
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