Violaciones flagrantes a reglamentos internos y al de construcción en la zona, han sido la constante en la sucia “historia de éxito” de este desarrollo.
Lo anterior, claro está, se ha dado con la descarada complicidad de notarios sin escrúpulos y autoridades municipales.
David Cuautli, ex edil de san Andrés, por ejemplo.
El panista, muy amigo de Marcos Salame, dueño de La Vista, durante su administración, permitió la construcción de desarrollos irregulares para favorecerlo.
Por ejemplo, el complejo de tiendas y establecimientos de lujo ubicado a un costado de La Vista, sobre la vía Atlixcáyotl y que incluye un Superama.
La obra viola flagrantemente lineamientos y reglamentos de construcción.
El desarrollo se “comió” prácticamente parte de la Vía Atlixcáyotl, sin dejar el espacio necesario para el tránsito de peatones.
El asunto resalta todavía más si se compara la construcción con edificaciones establecidas ahí desde hace tiempo, como el Hotel Fiesta Americana (hoy Camino Real) o las agencias de Cadillac y Hummer que sí han respetado la restricción reglamentaria para banquetas.
Increíble que se haya permitido esto en una de las vialidades que mayor inversión oficial ha recibido en los últimos años y que pretendió en un momento ser “la cara moderna de la Angelòpolis”.
En el colmo del absurdo, el desarrollo viola inclusive los reglamentos internos de La Vista en materia de construcción y alineamientos.
La disposición es muy clara al establecer que: “Las restricciones de construcción en los predios son de seis (6.00) metros al frente y fondo. Las restricciones laterales son de seis (6.00) metros a cada uno de los lados. Cuando la altura de las construcciones es mayor de dos niveles y colinda con campo de Golf, la restricción es de dieciséis (16.00) metros”.
Como puede ver claramente, en la imagen, la obra invade impunemente el campo de Golf del fraccionamiento, afectando a todos los condóminos del mismo.
Todo esto, avalado, tolerado y fomentado por la autoridad municipal de San Andrés.
Si alguna habilidad hay que reconocerle al ex presidente municipal de San Andrés, David Cuautli, fue su capacidad para llegar a acuerdos en lo oscurito con empresarios que, por diversos intereses, resultaron muy cómodos y sobre todo, muy rentables para él.
Ese fue su legado.
Nada más.
Por cierto, una de las acciones prioritarias del gobierno de Rafael Moreno Valle fue la de “poner en orden” el cochinero legal que generó abusos y corruptelas en el uso de predios en la zona de Angelópolis.
Valle Fantástico fue un claro ejemplo de esto.
Desgraciadamente, ese mismo empeño brilla por su ausencia en todo lo que se refiere a las corruptelas heredadas por el panista David Cautli.
¿No que nadie por encima de la ley?
Más historias de corrupción
Un ejemplo evidente de los convenencieros “amarres” que realizó el edil de San Andrés con empresarios de la zona lo representa la operación del Restaurante Cabo San Lucas, quien el propio David Cuautli definía como “su guarida”.
Allí, todos los días, personal de seguridad del establecimiento se encarga todavía de estacionar automóviles en zonas prohibidas, en rotondas, bocacalles y banquetas sin que sean siquiera tocados con el pétalo de una rosa.
Al contrario.
De forma discreta y para garantizar la impunidad, en los días operativamente complicados, como son fines de semana o festivos, en el lugar se puede apreciar alguna patrulla de Tránsito que verifica que no exista el menor problema para los empresarios dueños del lugar.
¿De a cómo?
Pero este no es el único ejemplo, faltaba más.
Otro de los protegidos de Cuautli fue el Grupo Inmobiliario y Constructor M, encargado del proyecto de construcción de la tercera torre del complejo residencial Palmas.
Con la complacencia y complicidad de la autoridad de San Andrés, la empresa se adueñó completamente de la calle Z de Colchero, al grado de que la convirtió y en su patio de operaciones y estacionamiento particular.
Revolvedoras de concreto, trascabos, camiones que transportan material, trabajadores de la empresa, administrativos, en fin, todos, utilizaron por cerca de dos años la vía pública para estacionarse en dobles y triples filas, descargar materiales y realizar diferentes maniobras en perjuicio de quienes por ahí circulan diariamente.
¿Y las patrullas defensoras de la legalidad?
Brillaron por su ausencia.
Es más, en corto reconocían que la línea viene de arriba y es contundente: “Prohibido molestarlos, por ahí ni se aparezcan”.
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