Sin embargo, el presidente Felipe Calderón opta por ignorar esta realidad; presume de una política de empleo que la mayoría de los mexicanos no ve ni vive.
Lo mismo ocurre en Puebla, donde el gobierno del estado a través de un comunicado (mal redactado) festina que haya bajado el desempleo este año comparado con el 2011, y se autoelogia pues dice que impulsa la inversión y el desarrollo en el estado.
Lo cierto es que la informalidad ha crecido.
La más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) revela que hasta junio pasado había 14 millones 013 mil personas en el empleo informal, un repunte de casi el 30 por ciento en menos de una año.
El empleo informal aporta mínimos ingresos a las personas, sin ningún tipo de prestación; es un sector de baja productividad.
En el país suman 15 millones 705 mil 849 trabajadores en el Seguro Social, pero son ya 14 millones 031 en la informalidad.
Puede decirse que la economía mexicana la sustentan 50/50.
En Puebla hay 475 mil 488 trabajadores registrados ante el IMSS, pero en el empleo informal hay 800 mil personas, es decir estos son el doble..
Hay que sumar, además, a los subocupados, en total la Población Económica Activa es de 2 millones 494 mil 570 personas.
Podría decirse que 98 mil 286 poblanos sin trabajo son “pocos” con relación a los que sí desempeñan alguna actividad (forma e informal); aunque para estas miles de familias no tener un ingreso resulta crítica su situación.
El problema en Puebla, en el país en general, está en esa presión social que constituyen los miles de informales; aquellos que no encuentran un empleo bien remunerado y seguro, que deben dedicarse a laborar ”en lo que sea”.
Esos millones de mexicanos no necesariamente se dedican a tareas ilegales o a comercializar productos de contrabando o robados, sino que por su actividad no pagan impuestos de ningún tipo, su actividad es de baja productividad, pero en la que igual se mueven millones de pesos todos los días.
La informalidad se genera por diversos factores, que poco hace el gobierno por atender.
En parte es la falta de educación que impide aspirar a un mejor empleo, no tener ya un rango de edad para tener un puesto de trabajo formal; también es el bajo poder adquisitivo del salario, la baja calidad del trabajo que llevan a las personas dedicarse a ciertas actividades que no les signifique un mayor gasto, mucho menos el pago de impuestos, pero sí un ingreso fijo “libre de polvo y paja”.
Una economía que se basa en la informalidad es una economía enferma, en riesgo social, donde el Estado es incapaz de generar mejores condiciones para el desarrollo; en la que también las empresas mantienen una baja calidad del empleo.
Mientras el gobierno saliente de Calderón se ufana de la tasa de desempleo nacional, habrá que esperar a conocer qué tipo de modelo económico pretende aplicar el próximo gobierno federal para atender esta difícil situación, si es más de lo mismo de los últimos 20 años, o realmente estructura un nuevo modelo que toque todas las estructuras de la economía mexicana.
