Los funcionarios o tecnócratas, como José Angel Gurría, sólo aprecian que las variables macro económicas reflejen estabilidad, y por ello el país va bien.
Los candidatos a la Presidencia, a diputados y a senadores carecen de propuestas específicas para mejorar la economía de los mexicanos.
Mientras tanto, la población no percibe los beneficios de que la economía mexicana esté “blindada”, pues enfrenta una difícil realidad: bajo ingreso, desempleo, falta de oportunidades, en suma una calidad de vida menor.
La condición económica de los poblanos no corresponde a los números que arroja el estado, al ubicarse como la octava mejor economía del país.
La economía del estado de Puebla crece a un ritmo superior al promedio de la economía nacional
Por ejemplo, el indicador de productividad del estado mejoró en un 60%, aproximadamente, en los últimos cuatro años; se hace más y de mejor calidad en menos tiempo y con menos personal.
La capital poblana alberga a 700 mil personas que viven en niveles de pobreza; por ello esta a la cabeza de las ciudades con el mayor número de pobres en el país.
Basta ver cómo en Puebla se triplicaron las operaciones de empeño en el Monte de Piedad, tan sólo en los dos últimos años.
Si en 2010 una persona iba a empeñar alguna prenda, en 2012 van tres, además el monto que recibe ahora cada pignorante, en promedio, es menor en 6.4% de lo obtenía hace tan sólo un año.
El desempleo casi nada se reduce, hay cerca de 97 mil desocupados, de los que 45 mil están en la capital del estado; la mayor presión es la población subocupada (194.5 mil) y aquella que se mueve en la informalidad (839.6 mil).
Es decir, más de 1 millón de poblanos sin empleo ni ingreso fijos, con trabajo temporal y de baja calidad, y con jornadas en promedio de cuatro horas, o que en su defecto rebasan las 8 horas de ley.
Los poblanos tienen que buscar de dónde consiguen dinero para su sustento diario.
Están los extremos, los poblanos que recurren al empeño de sus bienes o adquieren deudas vía el crédito de nómina.
Por un lado, están personas de escasos recursos, o que carecen de trabajo o están subocupadas las que optan por el Monte de Piedad; empeñan lo poco que tienen y los objetos ahora son valuados en un menor rango, lo que les significa un limitado ingreso.
Aún más, sólo el 48% ha podido recuperar sus prendas, precisamente por la falta de dinero, mientras que el año pasado el 57% de las personas rescataron sus bienes del empeño.
Por otro lado, están quienes cuentan con un empleo fijo y recurren al crédito vía nómina, para completar sus gastos o incluso para pagar otras deudas.
Si bien no hay cifras concretas sobre este último rubro, se estima que el crédito al consumo ha crecido en más del 10 por ciento, con un buena recuperación por parte de los bancos.
El problema está en la calidad de vida que mantienen estas personas con una permanente deuda, la cual posiblemente se complique su pago, en el mediano y largo plazo.
Durante los últimos años lo que más golpeo el bolsillo de los poblanos fue alza en el precio de los alimentos, lo que dio por resultado que la capital se ubicara entre las cinco primeras ciudades con la inflación más alta del país.
Según algunos analistas, este año la inflación disminuirá de forma considerable en Puebla, y puede estar dentro del promedio nacional; pero ello no significará una recuperación en el poder adquisitivo, en tanto no mejoren los niveles de empleo, la calidad de éste y, sobre todo, el nivel de ingresos que se fije.
