06-12-2025 09:59:46 PM

Popularidad a prueba

Por Valentín Varillas

El saldo fatal del paso de las lluvias de los últimos días será un duro sinodal para los altísimo niveles de aprobación que tiene todavía la presidenta Sheinbaum en todas las encuestas publicadas.

Nada peor para la imagen de un gobierno que un desastre natural con pérdida de vidas humanas e importantes daños materiales.

Las necesidades generadas por estos fenómenos son enormes y requieren de una atención inmediata, por lo que ningún gobierno, en pasado o en presente, más allá de ideologías, colores o partidos, puede estar a la altura.

Es imposible no sólo en México, en cualquier país del mundo.

Hace poco menos de un año lo vimos en Valencia, ahí en España, en donde la catástrofe ambiental conocida como “DANA”, generó inundaciones que ocasionaron cientos de muertes.

Las expresiones de descontento a las autoridades civiles y monárquicas fueron contundentes y le dieron la vuelta al mundo.

Muy parecido a lo que vimos con la presidenta de la República el pasado fin de semana durante su gira por los estados y municipios afectados.

Las reacciones son comprensibles ante el dolor de haber perdido a familiares, seres queridos y los pocos activos acumulados a lo largo de toda una vida.

De ahí que sea imposible razonar, explicar y del otro lado, entender.

Estériles resultan los intentos por abrir un diálogo propositivo en ese momento en donde el único filtro son las emociones.

De explicar que las tragedias son producto de décadas de abusos en la utilización y el manejo de los recursos naturales.

De permitir actos de corrupción para la instalación de asentamientos humanos en las márgenes de los ríos y barrancas, tan sólo por citar un par de ejemplos.

Todo esto sobra cuando el dolor es tan intenso.

Por eso, a la jefa del ejecutivo federal le toca “apechugar”, dejar a un lado la tentación de caer en la soberbia, inherente al ejercicio de poder, y entender que hoy le toca ser la receptora de las críticas y los reclamos ciudadanos.

Como en su momento le tocaron a quienes se encontraban en lo más alto del poder político.

Los mismos que ella, cuando era oposición, fustigó con todo en coyunturas similares.

Así es esto de la política y el servicio público.

Más allá de subirse al ring con los damnificados, urge echar a andar un eficiente control de daños que permita superar la emergencia en el menor tiempo posible.

Todo lo demás es filigrana y por supuesto, sale sobrando.

De esto dependerá en buena manera el derrotero de los cinco años que le quedan a su administración.

De ese tamaño es el reto.

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