06-10-2025 01:47:23 AM

Fouché

Por Jesús Manuel Hernández

Históricamente todos los presidentes, gobernadores o munícipes han tenido las mismas condiciones para tomar decisiones, basan su criterio en la cantidad de información que pueden hacerse llegar y en consecuencia van formando círculos de confianza al margen de los funcionarios oficiales.

En cada trienio o sexenio los expertos en el tema van identificando quién o quiénes son los canales adecuados para hacerle llegar la información a quien toma las decisiones.

Por ejemplo, cuando Guillermo Jiménez Morales gobernaba Puebla había quizá uno o dos personajes encargados de la “intriga”, de hacer llegar o vetar la información. A uno de ellos le decían “Fouché” y tanto le pesó el apodo que acabó estudiando francés para leer al connotado Ministro de Policía.

Fouché dijo alguna vez: “Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”, y esa premisa la utilizaba ante el gobernador cuando se trataba de cooptar algún enemigo y ponerlo a disposición de Casa Puebla.

El tema llegó a funcionar tan bien, que otro de sus cercanos se dedicó a “organizar” los conflictos para “negociar” la premisa de “Fouché”.

Otro personaje, en el sexenio Piña Olaya también se desempeñó como un auténtico “Fouché”, le acomodaba muy bien aquella premisa del francés: “El Ministro de Policía es un hombre que se ocupa, en primer lugar, de todas las cosas que le incumben; y en segundo lugar, de todas las que no le incumben” y se convirtió en la aduana de cualquier asunto relacionado con las decisiones políticas, con éxito por cierto.

Personas así han existido siempre y la lealtad no es precisamente su principal virtud, quizá usaron esa máscara para mantenerse cercanos al poder. Algunos de ellos aprovechaban su posición para informar y mal informar a su jefe, sabedores de los “odios y rencores” existentes en la historia de vida de su “líder”.

Así, los informantes o mal informantes hacían llegar reportes sobre tal o cual personaje de la vida pública para cerrarle el paso en el acceso al ocupante de la silla del poder.

Alguna vez, el mismo Guillermo, ya ex gobernador, reflexionaba en la residencia de la Embajada de México en Roma, sobre la “soledad del poder” y cómo las presiones internas a veces superaban a las externas.

Los cercanos a Bartlett sabían de su lejanía con Fernando Gutiérrez Barrios, así que cuando se trataba de bloquear a alguien simplemente le decían: Manuel, “es gente de Gutiérrez Barrios” y el sujeto quedaba congelado.

Otro gobernador confiaba mucho en su Secretario Particular, tanto que le pedía leyera los informes confidenciales que le enviaban sus operadores, pero el particular también tenía su idea de cómo gobernar y por supuesto de crecer en su carrera política, de tal forma que algunas veces el reporte recibido era modificado a conveniencia de sus deseos, en consecuencia, el gobernante tomaba decisiones con información falsa, es decir con las calumnias filtradas.

En ese escenario los gobernantes, de todos los partidos, tienen ese común denominador, en teoría, es el más informado, el que tiene acceso a todos los canales de información, de la inteligencia militar o no, y aun así son sujetos del engaño.

Quizá haya que leer además de Fouché a Charles Maurice Talleyrand: “Hay una cosa más terrible que la calumnia: La verdad”.

O por lo menos, así me lo parece.

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