29-07-2025 07:35:51 PM

La psicosis de Riestra

Por Valentín Varillas

 

En permanente estado de zozobra vive el presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, Mario Riestra Piña.

Sufre de un muy grave y cada vez más intenso delirio de persecución.

Siente que lo graban, que lo espían, que manos externas han logrado infiltrar su círculo más íntimo.

Por eso, recientemente, contrató a un grupo de auténticos profesionales que buscaron por todo el edificio que alberga las oficinas del partido micrófonos, cámaras o cualquier otro dispositivo sospechoso con el que “sus enemigos” pudieran haber obtenido información sensible para él.

Temas incómodos como su viaje a Madrid en plena polémica por la famosa y controvertida ley contra el ciberasedio, los reclamos de la dirigencia nacional por su tímido papel como líder de la oposición poblana, los malos manejos de recursos de programas sociales por parte de algunos liderazgos panistas y el descarado favoritismo con el que intentan imponer perfiles en el próximo proceso de renovación de los comités municipales, han trascendido en este y otros espacios periodísticos.

En este contexto, también ha apretado el marcaje personal a sus más cercanos.

A los que en teoría son de su mayor confianza.

El detalle de las publicaciones ha generado que, en su lógica, todos se han convertido en traidores potenciales.

Y así vive, en este eterno y enfermizo delirio.

Algo tendrá que hacer.

Y es que, la filtración de información no sólo no parará, sino que se irá poniendo peor a medida que pase el tiempo.

Es un proceso natural, imparable e irreversible, que padecen inevitablemente quienes deciden dedicarse a la vida pública.

Daños colaterales inherentes al cargo.

Imposible no sufrirlos.

Los políticos de verdad, los auténticos profesionales, aprenden rápidamente a vivir con esto y en vez de caer en la psicosis, o en la inútil tarea de cazar culpables potenciales, se dedican a generar estrategias efectivas de control de daños.

Sé que es mucho pedirle a Riestra y compañía quienes, a este ritmo, terminarán en el diván de un psiquiatra recetados con Tafil.

Mucho, por cierto.

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