Por Jesús Manuel Hernández
Una semana, la primera de julio, con claras muestras de generar incertidumbre entre los poblanos. Mientras por un lado MORENA se alistaba a abrir sus puertas para sumar en total a un millón de militantes, por el otro la capital se vio manchada por la inseguridad.
En redes sociales han aparecido mensajes, algunos profundos derivados de una seria reflexión sobre las verdaderas necesidades de la sociedad civil, y otras en tono de burla y derivados de los grupos opositores.
Al final de cuentas, se percibe, se nota que hay incertidumbre, que no se ha logrado dejar en claro que los gobiernos de MORENA siguen siendo “una esperanza para México”, como acuñara su líder y fundador, Andrés Manuel López Obrador.
Golpes certeros de la delincuencia se posaron en Solesta y Centro Histórico con lamentables consecuencias y chispas de armar un incendio.
Y mientras tanto, viejos priistas, de cuño marinista, son bienvenidos a la función pública luego de un acto de contrición, reconocimiento del pecado y propósito de enmienda.
Para muestra un botón: Alberto Jiménez Merino nuevo titular de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento de Puebla, en sustitución de Lauro Sánchez López.
Y por si fuera poco, un reportaje de Bloomberg Businessweek México, revela que un intento de robo en carreteras de México ocurre cada 50 minutos, repercutiendo en la cadena de suministro en las llamadas “rutas del miedo”, definidas por el Círculo Logístico, agrupación de los transportistas.
Puebla, ocupa el deshonroso segundo lugar a nivel nacional en asalto a transportistas en carreteras.
Quizá para algunos sean hechos aislados, o herencia de gobiernos anteriores, el caso es que de grano en grano, se va llenando el buche.
O por lo menos, así me lo parece.
