Por Jesús Manuel Hernández
El escenario de MORENA en el país está definido por una oposición interna frente al centro del poder presidencial. A sotto voce los líderes de los grupos internos reconocen sus divergencias con Claudia Sheinbaum
En los corridos de Palacio Nacional se ventila con alegría que la presidenta está un tanto secuestrada en las decisiones y los autogoles vienen del círculo más cercano, incluidos los líderes del Poder Legislativo.
Se citan varios ejemplos, quizá el último que ocupó más líneas sea la iniciativa de reforma en Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión, y el poder que otorgaría a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones para “bloquear plataformas legislativas”.
El otro asunto que muestra la división interna es el reclamo a la Secretaria del Bienestar por parte de diputadas de su mismo partido por no ser incluidas en la prestación de los beneficios otorgados, lo que daría evidentemente oportunidad a las legisladoras de “figurar”, de atraer reflectores y por ende proyectarse para futuros cargos, tal cual sucedía con el viejo PRI.
Visto así el escenario, la verdadera oposición a Morena, está dentro del mismo movimiento ante la ausencia quizá de un manotazo en la mesa gobernada por los ex competidores de la hoy presidenta, Adán Augusto Hernández y Ricardo Monreal, ex militantes del PRI, formados en ese estilo tan característico de los caciques y el autoritarismo, que controlaba todos los poderes, y quienes representan la punta del iceberg de aquellos que intentan colocar a sus peones en otras posiciones, elevarlos a alfiles, a torres, caballos, en el ajedrez del 2030.
Para algunos observadores la juventud, la inexperiencia de Luisa María Alcalde Luján, está siendo la razón de que en el movimiento no haya una operación más cercana al pensamiento de la Presidenta, de ahí la importancia de la convocatoria para definir la etiqueta sobre el “nepotismo” que afectaría en primer lugar al hijo del ex presidente López Obrador, coloquialmente llamado “Andy”, quien se ha convertido en la “piedra en el camino” para que Claudia Sheinbaum tenga, por así decirlo, todo el poder presidencial, pues está claro que el PAN, segunda fuerza política del país sin un discurso articulado con la gente, no le arrebata el poder a Morena. Y mientras tanto “no reelección en cargos públicos para los militantes de Morena”, o eso dicen que acordaron.
O por lo menos, así me lo parece.
