Por Jesús Manuel Hernández
Para algunos la actuación de las y los legisladores el 25 de marzo es congruente con el apego a las leyes, una falla en la integración de la carpeta de la denuncia presentada por Nidia Fabiola, les permitió ejecutar una orden derivada del más puro, antiguo y aceptado, pacto patriarcal de los políticos mexicanos.
Pero para otras y otros, el grito de “no estás solo” constituye una vez más la frustración de un movimiento de mujeres, que les ha costado sangre, lágrimas.
Apenas el 8 de marzo, las mismas que defendieron a Cuauhtémoc Blanco, habían portado la bandera del feminismo y la no violencia hacia a las mujeres, pero solo fue el discurso. La amalgama de complicidades en el sistema político pudo más que el interés de investigar, de saber qué es lo que realmente pasó con Nidia Fabiola.
Incluso los medios de comunicación poco ahondaron en la denuncia de la media hermana del ex gobernador de Morelos y actual diputado federal.
Algunos periodistas se dedicaron a investigar el tema y buscar evidencias de la incongruencia de las diputadas.
Un desplegado que pasó casi desapercibido revela la totalidad de las mujeres que fueron comparsa del patriarcado. El titulo dice: “Diputadas traidoras de la lucha de las mujeres, lucha que consiguió que llegaran a ocupar una Curul que hoy utilizan para servir al patriarcado”.
Y el documento termina con: “Que en la memoria permanezca que ellas, hoy, les arrebataron a las víctimas la posibilidad de acceder a la justicia”. Lo firma Yolitzin Jaimes.
El diario El País presentó una crónica sobre el texto de la denuncia de Nidia Fabiola, de los hechos registrados en diciembre de 2023, poco conocida.
Aquí algunas líneas ”… el entonces gobernador intentó romper a la medianoche la puerta de la alcoba que ocupaba su media hermana en la casa. La mujer se despertó asustada por los golpes y los arañazos en la manija. Al acercarse a la puerta, advirtió que era su hermano. Abrió y le preguntó qué pasaba. Blanco irrumpió y cerró de un portazo. Nidia Fabiola retrocedió, según la denuncia, en la que especifica que le notó ‘con aliento alcohólico, en un estado de desesperación y ansiedad, con los ojos rojos’. Luego ocurrió el intento de violación…
“La denuncia precisa que Blanco la arrinconó en la cama, la sujetó de los hombros e intentó besarla en la boca, le tocó los senos y quiso arrancarle el pijama. La mujer forcejeó, lo empujó, escondió la cara, mientras él insistía con los besos. Ella comenzó a gritar e intentó razonar con él, hacerle notar que era su hermana, y que afuera de la habitación había personas oyéndolo todo. ‘¡Afuera está tu gente muy cercana y tu seguridad! ¡Date cuenta lo que estás tratando de hacerme! ¡Vete de aquí, cabrón!’. Él, lejos de amilanarse, la insultó e insistió más, con más violencia…
“’Cuauhtémoc, al ver que estaba gritando y que ya me había levantado de la cama, estando parada, pegada a los pies de la cama y que no me dejaba, me volvió a tomar de un brazo con mucha fuerza y después me sometió en la cama nuevamente, sujetándome de un brazo’, dice la declaración. Nidia Fabiola peleó con fuerza. ‘Yo, estando bocarriba, con el otro brazo le empiezo a dar de puñetazos en el cuerpo y algunos en la cabeza, y [él] con su otra mano me quiere tapar la boca para que dejara de gritar: ‘¡Déjame, cabrón, suéltame! ¡Ayuda!‘. Y él encima de mí tratando de violarme […] yo me movía dando manotazos y lo empujaba con mis brazos y piernas para alejarlo de mí. Fue así que logré que se separara de mí, por los golpes que le di y gritos que estaba haciendo’.
“Blanco se marchó furioso, dice la denuncia. Tras su salida de la habitación, Nidia Fabiola trabó la puerta con una silla, por temor a que el gobernador intentara volver a entrar. ‘Y me pongo a llorar, a temblar de miedo e impotencia sin saber qué hacer ni a quién llamar, ni a quién acudir. Estaba muy asustada, confundida de lo que me había hecho Cuauhtémoc, lo sorprendida [de] que a él no le importó que fuera yo su familia o hermana’, narró a la Fiscalía. No pudo conciliar el sueño. La fiesta en la residencia oficial del Gobierno duró hasta las siete de la mañana. El relato registra con detalle cuál era el vestuario de Blanco, y hace énfasis en su playera desgastada. ‘Casi siempre, cuando llegaba a la residencia a tomar al grado de emborracharse, fumar, se ponía esa playera’, precisa la acusación”.
Quizá una verdadera muestra de solidaridad de las legisladoras hubiera sido acercarse a leer la declaración de la víctima y no simplemente poner en duda la integración de la carpeta.
El bochornoso y lamentable suceso del 25 de marzo apenas es la punta del iceberg de un tema más complicado donde como puede verse el sistema de complicidades se defiende a sí mismo para no perder el poder.
Finalmente votar para impedir el desafuero viene a ser una repetición de una constante en el sistema cuando una mujer denuncia agresiones, los políticos lo minimizan o terminan por culparla a ella y no dudar del agresor. El patriarcado se impuso.
Apenas en 1998, la FIFA reconoció la ‘Cuauhtemiña’, del entonces futbolista, 27 años después cuando muchos consideran que se ha roto el techo de cristal, Cuauhtémoc Blanco, ex gobernador de Morelos, diputado federal de MORENA, impone una pesada loza de concreto soportada por los anacrónicos pilares de la política mexicana, para muchos herencia del PRI con chaleco morado, para otros es simplemente “la clase politica”, que como dicen en el Barrio de la Huaca de Veracruz “dos cochinos, no se huelen”.
O por lo menos, así me lo parece.