01-04-2025 11:57:33 PM

El infierno

Por Valentín Varillas

En México, se cuentan oficialmente los desaparecidos desde1962.

Los tiempos del régimen de partido único.

Los años en donde desde el propio gobierno te quitaban del mapa por considerarte una amenaza al status quo.

Por más de seis décadas, las instancias oficiales han estado involucradas en esta barbarie que crece, imparable, de manera exponencial.

Ya sea por omisiones, indiferencia, corruptelas o bien por aquella perversa sociedad que mantienen con las organizaciones criminales, los que en teoría nos tienen que cuidar son los que nos ausentan.

Y de qué manera.

A enero del 2025, la cifra de personas desaparecidas en el país superó los 121 mil.

Seguramente son más, muchos más.

El 80% de los que ya no están se “esfumaron” después del 2007, una vez inaugurada desde el púlpito presidencial la famosa guerra contra el narcotráfico.

Por la vida pública nacional han desfilado todo tipo de gobiernos, partidos, colores, logos, ideologías y discursos, pero nada cambia.

Al contrario.

Nuestro estado no está ajena a esta salvaje realidad nacional.

Faltaba más.

Las cifras más conservadoras hablan de 800 poblanos y poblanas de los que nada se sabe.

Los números reflejan parte de la barbarie, pero también nos anestesian.

Nos sedan, arrebatándonos la urgente y siempre necesaria capacidad de indignación.

Mientras continúe siendo una realidad la infiltración de criminales en las instituciones públicas del estado mexicano, más historias de terror nos esperan para las próximas décadas.

El gran Eduardo Galeano escribió a principios de los ochenta las siguientes líneas:

“Un solo fusilado puede desencadenar un escándalo mundial: para miles de desaparecidos siempre queda el beneficio de la duda. Parientes y amigos realizan la peligrosa peregrinación inútil, de prisión en prisión, de cuartel en cuartel, mientras los cuerpos se pudren en los montones y en los basurales. Técnica de las desapariciones: no hay presos que reclamar ni mártires para velar. A los hombres se los traga la tierra y el gobierno se lava las manos: no hay crímenes que denunciar ni explicaciones para dar. Cada muerto se muere varias veces y al final sólo te queda, en el alma, una niebla de horror y de incertidumbre”.

El uruguayo intentaba poner en palabras el horror que se vivía en países de Centro y Sudamérica con la llegada de las dictaduras militares.

Hoy, este texto no alcanza siquiera para explicar una pequeña parte de la espantosa realidad que ha atravesado México en los que se supone han sido los años más esplendorosos de nuestra vida democrática.

 

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