Por Yasmín Flores Hernández
La deuda de la justicia con las mujeres: feminicidios, desapariciones y el legado de impunidad de Isabel Miranda de Wallace
El Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, nos confronta con la dura realidad de lo que significa ser mujer en México. Mientras miles salen a marchar para exigir justicia y seguridad, las cifras de feminicidios y desapariciones continúan aumentando sin una respuesta efectiva del Estado.
En este contexto de violencia, corrupción e impunidad, resurge con fuerza un caso que ha marcado la historia judicial del país: el Caso Wallace y la reciente muerte de Isabel Miranda de Wallace, una mujer que pasó de ser vista como activista a ser señalada por tortura, fabricación de pruebas y violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Feminicidios y desapariciones:
una emergencia nacional
México es uno de los países más peligrosos para las mujeres. Las cifras oficiales indican que más de 10 mujeres son asesinadas cada día, y los feminicidios continúan en aumento, con entidades como Estado de México, Nuevo León, Puebla y Jalisco encabezando la lista.
Pero las desapariciones son aún más alarmantes: más de 110,000 personas se encuentran desaparecidas o no localizadas en el país, la mayoría de ellas mujeres y jóvenes.
El caso de los nueve jóvenes desaparecidos en Puebla, cuyos cuerpos fueron encontrados desmembrados en enero, es sólo un reflejo de la brutalidad que enfrentamos. La desaparición y feminicidio de Debanhi Escobar en 2022 sigue sin respuestas claras, y el asesinato de Astrid Cruz y su hijo adolescente en Jalisco a manos de su expareja con antecedentes penales demuestra que las autoridades siguen fallando en su obligación de protegernos.
Las marchas del 8M son una respuesta a este horror. Miles de mujeres exigen justicia, pero las respuestas del gobierno han sido insuficientes, y la impunidad sigue siendo la norma.
El Caso Wallace:
un montaje basado en tortura y abuso de poder
El Caso Wallace ha sido señalado como uno de los mayores montajes judiciales en la historia de México. En 2005, Isabel Miranda de Wallace denunció el secuestro y asesinato de su hijo, Hugo Alberto Wallace. Sin embargo, el cuerpo nunca apareció, y la investigación estuvo plagada de irregularidades, incluyendo torturas, fabricación de pruebas y graves violaciones al debido proceso.
Hoy, cuatro personas siguen en prisión por el caso Wallace, dos de ellas sin sentencia tras más de 18 años en la cárcel. A pesar de las denuncias de tortura y la falta de pruebas concluyentes, la maquinaria del sistema judicial ha mantenido tras las rejas a los acusados, mientras que la versión oficial sigue sin responder a la pregunta más básica:
¿Dónde está el cuerpo de Hugo Alberto Wallace?
Uno de los casos más brutales es el de Brenda Quevedo Cruz, una joven que fue detenida en 2007 y acusada de participar en el secuestro. Brenda ha denunciado que fue brutalmente torturada, golpeada, quemada con cigarrillos y que fue víctima de violaciones tumultuarias ordenadas por Isabel Miranda de Wallace para forzarla a confesar.
Trasladada en las desaparecidas Islas Marias, en donde paso 4 años de reclusión, cabe mencionar que solo las personas privadas de la libertad (ppl) que cuentan con una sentencia firme eran las que ingresaban a las Islas Marias. Por ende Brenda nunca debio estar ahí.
Las organizaciones de derechos humanos han documentado estos abusos, y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha reconocido que su proceso estuvo plagado de irregularidades. Brenda al igual que Jacobo Tagle, Juana Hilda González Lomelí y César Frayre cuenta con protocolo de estabul en mateia de tortura.
Las denuncias también apuntan a que Miranda de Wallace utilizó su influencia política y mediática para manipular el caso, fabricar pruebas y ejercer presión sobre jueces y fiscales.
Sus vínculos con Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, dos exfuncionarios hoy presos por corrupción y violaciones a derechos humanos, refuerzan la hipótesis de que el Caso Wallace fue una fabricación diseñada para fortalecer la narrativa de la “guerra contra el narco” en el sexenio de Felipe Calderón.
El fallecimiento de Isabel Miranda de Wallace: ¿El inicio del fin de la impunidad?
Con la reciente muerte de Isabel Miranda de Wallace, surge una pregunta inevitable:
¿Se abrirán las puertas para que las víctimas de tortura y fabricación de pruebas puedan finalmente obtener justicia?
El control que Wallace tenía sobre el caso, su poder mediático y sus conexiones políticas impidieron por años que se revisaran las irregularidades. Su muerte deja un vacío de poder que podría permitir que la verdad salga a la luz.
La revisión del caso Wallace no es solo una necesidad legal, sino una exigencia de justicia para quienes han sido encarcelados injustamente.
Hoy, las voces de las víctimas de Wallace, como Brenda Quevedo Cruz, siguen clamando por justicia. Su caso debe revisarse con total transparencia, y el Estado mexicano tiene la obligación de investigar a fondo las acusaciones de tortura y fabricación de pruebas.
Un país sin justicia no puede proteger a sus mujeres.
El caso Wallace es un ejemplo del profundo problema de impunidad y corrupción en México. Si el sistema judicial fue utilizado para fabricar culpables en un caso con alto perfil mediático, ¿qué podemos esperar para las miles de mujeres desaparecidas cuyos casos ni siquiera son investigados con seriedad?
El Día de la Mujer es una jornada para recordar a las víctimas de feminicidio y desaparición entre otras cosa, pero también debe ser un día para exigir una justicia real, imparcial y libre de intereses políticos. La impunidad no solo protege a los responsables de la violencia machista, sino que también perpetúa un sistema en el que ser mujer en México significa estar en peligro constante.
Hoy, miles de familias siguen buscando a sus hijas desaparecidas. Miles de madres lloran la pérdida de sus hijas asesinadas. Miles de mujeres siguen viviendo con miedo.
Y mientras no haya justicia para ellas, no habrá justicia para ninguna.
Es momento de que el Estado mexicano asuma su responsabilidad. La historia de Isabel Miranda de Wallace debe ser una advertencia de lo que sucede cuando el poder y la impunidad se combinan en un sistema de justicia corrupto.
Las mujeres de México no solo exigimos seguridad, también exigimos verdad, justicia y el fin de la impunidad.
No podemos permitir que la memoria de quienes han sido víctimas de feminicidio, desaparición o tortura caiga en el olvido.
Que la muerte de Wallace no sea un cierre de su historia, sino el inicio de una lucha por la verdad y la justicia que tanto nos deben.
Sus víctimas, al fin, podrán encontrar algo de paz.
La verdad siempre sale a la luz.
Descanse en paz, y que la justicia trascienda incluso después de su partida…
El 8 de marzo no es una pasarela para selfies ni un escaparate de oportunismo político. Señoras legisladoras, dejen de actuar y pónganse a trabajar en políticas públicas que realmente transformen la vida de todas. Estamos cansadas de discursos vacíos y simulaciones. La lucha no se maquilla ni se presume en redes: se demuestra con acciones. Espero que la impunidad no las alcance, porque la historia no olvida.
No todas llegaron… decenas de miles no pudieron regresar a casa y muchas no queremos volver hasta encontrarlas.
Si tocan a una, nos tocan a todas.