Por Valentín Varillas
Entre enero y octubre del año pasado, Volkswagen y Audi exportaron más de 406 mil vehículos.
Siete de cada diez, tuvieron como destino final los Estados Unidos.
El 2024 fue muy importante para la planta de VW establecida en Puebla.
Colocaron cerca de 283 mil autos en el vecino país del norte, creciendo un 13.2% con respecto al 2023.
En el estado se fabrican los modelos Jetta, Tiguan y Taos exclusivamente para ese mercado.
En lo que a Audi se refiere, en la planta ubicada en San José Chiapa se fabrica el modelo Q5 en todos sus derivados, pero su nivel de exportaciones cayó un 19.5% al cierre del año anterior.
A pesar de lo anterior, en los primeros seis meses exportaron cerca de 40 mil autos a EU.
La industria automotriz es, por mucho, la principal actividad económica de Puebla.
Aporta el 83% de los ingresos acumulados en todo el estado por concepto de exportaciones y da empleo a más de 65 mil personas.
En el 2024, el estado generó 2 mil 654 millones de dólares por la producción de autopartes.
Con estos indicadores, la aplicación de aranceles decretada por el presidente Trump tendrá un impacto importante en la economía local.
La desaceleración parece inminente, con los riesgos que esto significa.
Miles de millones de dólares en inversiones pactadas para el estado, que tal vez no lleguen a convertirse en una realidad concreta.
Miles de empleos directos, formales y a largo plazo, que podrían quedar simplemente en una quimera.
La primera consecuencia, la lógica y esperada, es que el grupo Volkswagen (VW y Audi) se vea en la necesidad de trasladar parte de su producción en Puebla a plantas que tienen instaladas en territorio norteamericano, como medida única para evitar que los modelos que fabrican en México se encarezcan en Estados Unidos, el mercado más grande de consumo de autos en todo el planeta.
Medidas similares tendrán que aplicar en sus plantas ubicadas en Europa, ante la inminencia de la aplicación de aranceles a los países miembros de la Unión el próximo mes de abril.
Viene la tormenta perfecta para el sector productivo poblano, sumamente dependiente de la actividad automotriz.
No queda más remedio que echar a andar un proceso drástico de reinvención, para adaptarse de la mejor manera y en el menor tiempo posible a las nuevas y muy complicadas reglas del juego.
Un juego perverso que ha mutado en tiempo récord, de una total apertura global, a un cerrado proteccionismo que amenaza como nunca a las economías emergentes.
Se ven ya, muy cerca, los tan anunciados y oscuros nubarrones en el horizonte.
