Mr. Trump puso a México en el centro de su discurso de campaña.
Su radicalismo en todos los temas prioritarios que componen la agenda binacional, pegó con todo entre el electorado norteamericano que se volcó como nunca a favor del candidato republicano.
Los mismos aplausos se está llevando con la declaración de emergencia en la frontera, el etiquetar como terroristas a los cárteles nacionales y la amenaza de imponer tarifas y aranceles a los productos que tengan como origen a nuestro país.
Sabía de sobra que, en México, estas medidas han tenido también una respuesta favorable por parte de los adversarios políticos de la 4T.
Que hay una rentabilidad electoral muy interesante que va a aprovechar en su totalidad.
La primera medida que ya se ve es el apoyo al proyecto político de Eduardo Verástegui.
El cantante y bailarín, después de haber experimentado una epifanía divina que lo transformó, se convirtió en su clon.
Una mala y muy limitada versión del hoy presidente norteamericano, pero con una compatibilidad absoluta en ideología, creencias, valores, formas y fondos, en lo que a ejercer el poder se refiere.
Es consciente de que para volverlo competitivo es necesario invertirle carretadas de millones de dólares y estará dispuesto, sin duda, a aportar una parte de semejante inversión.
La otra, podría salir de la cartera de Ricardo Salinas Pliego, quien pasó en tiempo récord de ser amigo del ex presidente López Obrador a su más férreo crítico.
El dueño de Grupo Salinas quedó sumamente desilusionado con el ridículo desempeño de la oposición en el proceso del año pasado y entiende que únicamente a través del nacimiento de una opción electoral distinta, se puede dar un cambio político en el país en el corto plazo.
Existen millones de mexicanos que votaron por Xóchitl Gálvez que sienten exactamente lo mismo, lo que abre un nicho de mercado que vale la pena explorar.
Trump quiere un presidente mexicano a modo, no para él sino para el actual vicepresidente JD Vance, quien representa la continuidad de su proyecto a futuro.
También en el PAN habrá un replanteamiento en el diseño y operación de su estrategia para competir en futuras coyunturas electorales.
Si bien aquí la influencia directa de Trump no impacta con la misma fuerza, en el blanquiazul existe la esperanza de que el gobierno de Claudia Sheinbaum no pueda enfrentar con éxito los nuevos retos que supone la nueva relación con los gringos y pague un costo político en las urnas en el 2030.
Y ya tienen un primer nombre a perfilar.
Se trata de Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro, muy bien calificado en su estado y quien además es reconocido al interior del partido como uno de sus más fuertes liderazgos.
El mandatario estatal no ha caído en la tentación de enfrentarse abiertamente al oficialismo.
Fue de los pocos opositores que no fue aplastado con críticas demoledoras desde las famosas mañaneras de AMLO y ha tenido la capacidad de tender puentes de entendimiento encaminados a que el PAN mantenga el control político de este estado por seis años más.
Mantiene hasta la fecha una magnífica relación con Claudia Sheinbaum.
Falta mucho tiempo y cientos de historias que contar.
Cualquiera de ellas podría modificar de manera radical cualquier análisis.
Lo que sí es un hecho es que, directa o indirectamente, Donald Trump ya es un factor que incide en la política mexicana.