11-12-2024 07:55:00 PM

¿Las sirenas cantan?

Por Jesús Manuel Hernández |

 

La vida política nacional nunca ha sido ajena al futuro inmediato de Puebla. En tiempos pasados los apoyos federales dependían de la buena relación del gobernador en turno.

Y se consumaban o se truncaban de acuerdo al interés del gobernador por buscar “acomodarse” en la lista de los presidenciales.

Los casos más recientes, al margen de Ávila Camacho, serían el de Guillermo Jiménez Morales, quien intentó ser favorecido en su tiempo y solo le alcanzó para presidir el PRI del DF al terminar su mandato, y luego titular de Pesca y finalmente embajador de México en el Vaticano.

Manuel Bartlett lo intentó también y pese a la crisis del 94, intentó colarse a la presidencial, hizo el recorrido por el territorio nacional, pero tampoco le alcanzó, pero ese deseo permitió que un poblano de Puebla, Melquíades Morales Flores, consiguiera los apoyos para presentarse a competir contra José Luis Flores, quien fue etiquetado como el “candidato de Casa Puebla”.

Mario Marín también tuvo su tropezón, y desde el inicio, se ostentó como el “nuevo Benito Juárez”, frente a un auditorio televisivo nacional, auspiciado por su primer círculo, el error fue creciendo y le tronó en las manos con el caso de Lydia Cacho y las bochornosas conversaciones con Kamel Nacif.

Moreno Valle Rosas también lo intentó, quizá con mejores resultados, logró colocar a su esposa en Casa Puebla, un hecho inaudito, frustrado por el accidente aéreo.

O sea, quienes han intentado llegar a la candidatura presidencial desde Puebla, nunca lo han conseguido, o por problemas políticos o por causas naturales o simplemente por errores humanos.

Los viejos políticos aconsejaban “no escuchar el canto de las sirenas”, personajes de la tragedia griega, hijas de Melpómene, la musa del canto y de la música, finalmente convertida en “musa de la tragedia”

La reflexión viene a cuenta porque van creciendo las formaciones de grupos que ven a Omar García Harfuch enfrentado con “Andrés “Andy” López Beltrán rumbo a la candidatura del 2030.

En consecuencia, las fuerzas locales también apuestan a futuros por el tema y salpican a la figura del aún gobernador electo.

Los cantos de las sirenas, por desgracia, vienen de los primeros círculos, por suerte hay grupos emergentes, hay otros consejeros que ven el escenario desde una óptica realista y no en el ámbito de “futurear”.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca mete a los políticos poblanos en la escena internacional, una buena cantidad de poblanos ha migrado a Estados Unidos, legalmente muchos, sin estatuto legal otros, el caso es que Alejandro Armenta ha visitado varias veces a sus paisanos y existe un vínculo muy estrecho.

Los paisanos de allá dicen que en el último viaje de Armenta a Nueva York, se tomaron muchas decisiones que pusieron fin a intereses internos, cortaron vías de comunicación y cercanía, respecto a la influencia sobre el gobernador electo.

Los iniciados en el tema, comprendieron que Armenta no quiso seguir escuchando “el canto de las sirenas”.

En el mismo sentido, los presidentes municipales que han querido ser gobernadores vieron truncadas sus aspiraciones en el periodo inmediato.

Muchos son los casos, Miguel Quirós siempre quiso, pero no le alcanzó, a Marco Antonio Rojas, igual, Rafael Cañedo estuvo a punto desde la senaduría salvo por su intervención quirúrgica, y así muchos casos. Salvo dos: Mario Marín y Tony Gali, en circunstancias muy diferentes.

Y es que, si en el orden estatal se hace futurismo, en el orden aldeano no se quedan atrás, las apuestas van primero por la reelección y después “por la grande”.

Ojalá voltearan a ver los últimos hechos que generaron un escenario donde el PAN perdió prácticamente todo. Lalo Rivera quiso ser candidato a gobernador, costara lo que costara, no escuchó a los sensatos, fue presa de un dilema entre la maldad y la estupidez.

Gustave Flaubert, aquel de “Madame Bovary”, escribió: “Ten cuidado con tus sueños; son la sirena de las almas. Ellas cantan, nos llaman, las seguimos y jamás retornamos ”.

Así que, no escuchar el canto de las sirenas, es un buen consejo.

O por lo menos, así me lo parece.

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