Por Alejandro Mondragón
¿Por qué lo que resulta intransitable para Eduardo Rivera Pérez, no lo es para Mario Riestra?
Me explico.
Ambos fueron candidatos en las recientes elecciones. Uno, Eduardo a la gubernatura; el otro, Riestra a la alcaldía poblana.
El primero perdió apabullantemente las elecciones, el segundo peor.
Rivera Pérez, por la vía de Augusta Díaz de Rivera, fue promovido para la dirigencia estatal del PAN.
Y de inmediato, los mismos de siempre: Mónica Rodríguez, Rafael Micalco, Jorge Aguilar Chedraui y ahora hasta Genoveva Huerta se lanzaron a dejar en claro que era una estulticia que Eduardo Rivera se presentara ahora para buscar la dirigencia estatal del PAN.
Con qué cara, advirtieron.
Un perdedor no tiene nada que ofrecer.
Ahhhhhh, pero Riestra que también perdió es hoy ejemplo de triunfo, de suma.
Los morenovallistas, morenistas y las viudas de Martha Érika ya se subieron a su carro para arrebatar el partido al grupo de Rivera Pérez.
El método define al candidato que aventaja ya, por mayoría de consejeros.
Si la elección del 15 de diciembre fuera abierta otra cosa sería. Hoy, el consejo de mayoría lalista, yunquista y panista tradicional se alinea a favor de Felipe Velázquez.
Y saben bien lo que pasó cuando dejaron los espacios al morenovallismo: ellos simplemente fueron perseguidos y excluidos.
Riestra, lo dijo una y otra vez Moreno Valle, Martha Érika y Antonioi Gali: es la traición agazapada.
Riestra se iba a registrar el jueves pasado para competir por la dirigencia estatal del PAN con la firma y respaldo de 60 consejeros.
No le alcanzó. Ayer domingo lo hizo con 30 firmas de consejeros, nada más la mitad, a pesar de amenazas y compra de conciencias.