Por Valentín Varillas
Gracias al control absoluto del padrón de militantes de Acción Nacional, su actual líder, Marko Cortés, tuvo un auténtico día de campo en el proceso de imposición de Jorge Romero en la próxima presidencia del CEN.
Desde la publicación de la convocatoria, así se adelantaba.
Al cancelar la posibilidad de que la elección se rigiera a través del voto universal, la llegada de Romero como nuevo líder nacional del PAN era en los hechos un asunto de mero trámite.
El “cambio”, ese que tanto vendieron en el discurso, en la realidad no cambia nada.
El perfil ganador representa exactamente lo mismo.
Es decir, derrota tras derrota.
A partir de la llegada de la 4T a lo más alto del poder, la derecha nacional no fue capaz de mantener los gobiernos estatales emanados de su partido, lo que lo fue debilitando sistemáticamente al momento de pelear la presidencial de este año.
La inclusión de candidatos derrotados en la conformación del nuevo Comité Ejecutivo Nacional, es un pésimo mensaje para militantes y simpatizantes.
Premiarlos, no parece ir de la mano con el discurso que asegura que sí tienen la supuesta intención de someterse a una cirugía mayor que les permita adaptarse a la nueva realidad nacional.
Al contrario.
Pareciera que el monumental ridículo electoral que protagonizaron el 2 de junio, fue su mejor escenario.
Y que ellos van primero, antes que cualquiera.
Que de verdad no les importa perder, con tal de seguir controlando el centro neurálgico de la toma de decisiones importantes tanto en el CEN, como en sus representaciones estatales.
Con los enormes beneficios y prebendas que esto supone.
Hacer lo mismo esperando resultados distintos en una muestra clara de la locura que hoy afecta a Markito y su corte de aduladores.
Está puesta la mesa para que se repliquen, al pie de la letra, los resultados electorales que durante los últimos seis años hemos visto en el país.
Este gatopardismo les saldrá muy caro en lo electoral, pero le garantizará a la élite dominante muchos más años con el control total de la franquicia.
Vamos, del negocio.
Porque el ser un perdedor nato en política ha sido lo mejor que le ha pasado al actual dirigente nacional y a su pléyade de incondicionales.
Morena y la 4T ya festejan.
Descorcharon ayer la primera de champagne.
Y las que faltan.
Porque motivos, tienen y tendrán de sobra para brindar.
