Por Alejandro Mondragón
José Chedraui Budib es alcalde en funciones de Puebla capital.
Se llevó la joya de la corona en la pasada elección: Propinó una putiza en votos al prianista Mario Riestra.
Recuperó para Morena, sin esos absurdos derechos de sangre que reclaman los fundadores/as cada vez que quieren hueso, la Presidencia Municipal.
Fue el factor en la capital para la alianza morenista, marcó la diferencia notable a favor de las causas de Claudia Sheinbaum y Alejandro Armenta.
A diferencia del 2018 cuando la impresentable Claudia Rivera Vivanco se subió a la ola lopezobradorista, ahora José Chedraui sumó con votos a favor del partido y aliados que lo respaldaron.
Chedraui ganó todo, aunque no podrá brillar como otros ediles que lo antecedieron. Quizá por decisión propia asume que para sacar de la Ciudad Cero a Puebla requiere el respaldo total del gobernador electo, Alejandro Armenta.
Ambos, edil y gobernador, han dejado en claro que -pese a que Puebla no sumará a un marino como secretario de Seguridad- sí mantendrán la coordinación con las directrices estatales.
En política sería erróneo pensar que un personaje ajeno al grupo compacto del gobernante pueda formar parte en el futuro del mismo equipo. Otros lo han intentado, pero al final blood is blood.
A Chedraui toca pues, está claro que lo sabe, señalar las irregularidades, tapar los baches de la ciudad que traen locos y locas a los poblanos.
Pero quizá lo más importante sea cumplir con la mitad de lo que prometió en campaña. Como empresario conoce mejor que nadie dónde se encuentran los nichos de capital para traerlos a la ciudad.
Los ojos de propios y extraños estarán atentos a cada acción que tome, pues el deporte favorito de la clase política es amarrar navajas para reventar la alianza Chedraui con Armenta.
Falta que se dejen.
