Por Yasmín Flores Hernández
Las cifras del abuso sexual infantil en México son aterradoras, somos el 1er lugar mundial en consumo de pornografía infantil; el 2do en producción y distribución mundial de pornografia; y el 1ero en América Latina.
Entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ocupamos 1er lugar en violencia sexual en contra de niñas, niños y adolescentes.
De acuerdo con datos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en el 2022, en el país, se cometieron al menos 800 mil delitos sexuales cada año, donde 6 de cada 10 víctimas son mujeres y 4 de cada 10 victimas son hombres, 14 de cada 20 son menores de 15 años de edad.
Además, la mitad de delitos sexuales son cometidos en el hogar y el 75% de las veces por parte de familiares o personas conocidas, hombres en casi todos los casos.
De acuerdo con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, el abuso sexual infantil, tiene impactos emocionales y físicos en niñas, niños y adolescentes, que en su adultez seguramente repercutiran.
En México, la impunidad prevalece en los casos de abuso sexual infantil. De cada mil se denuncian 100. De ellos sólo 10 por ciento llega a presentarse ante un juez y únicamente uno por ciento recibe sentencia condenatoria.
En el país, 23 mil adolescentes, entre 11 y 15 años, sufrieron algún tipo de agresión sexual, incluyendo el acoso, tocamientos y actos sexuales no consentidos, según datos de 2023 del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.
Con base en datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, México es el primer país del mundo en abuso sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA).
Expertos señalan que el 75 por ciento de los agresores están en el círculo cercano de la víctima, y eso dificulta la denuncia.
Por el trauma y el dolor que produce el abuso sexual y la falta de respaldo, algunas víctimas tardan hasta 50 años en hablar sobre lo ocurrido.
Las sobrevivientes hablan cuando pueden hablar, no cuando queremos que hablen. No puedes tomar conciencia de un suceso si no estás emocionalmente listo.
Hay que mirar a la sobreviviente y respetar sus tiempos y decisiones. Juzgar o cuestionar a la sobreviviente reactiva la emoción de ataque y la memoria sensorial del momento en que fue violentada.
Es muy grave, es volverla a violentar por completo. Es diferente contar la historia y juzgarla. Entre las principales razones para no hablar del abuso está en el temor de que su familia no le crea o proteja al agresor o tiene apego emocional con el victimario, 20 por ciento no lo hace porque sólo quiere apoyo sicológico y 7 por ciento tiene miedo al abusador, entre otras causas.
A usted que me escucha y me lee quiero pedirle su atención, a continuación le presento a usted una historia que seguramente al igual que a mi, le cimbrará el corazón.
El testimonio de Salvador Cacho González quien por años guardó silencio ante una situación agravante, hace un par de meses nos demostro el coraje que tiene y nos abrió las puertas a su realidad.
Él es Salvador Cacho González:
Que sus palabras se preserven a lo largo del tiempo y que su experiencia nos motive a reconocer y abordar la difícil situación que enfrentan millones de niños en México.