21-11-2024 06:41:37 PM

El día en que la blasfemia glorificó a Francia

Por Rosa María Lechuga

 

En la noche del 26 de julio una mal información se hizo viral a nivel mundial en cuestiones de segundos.

 

Francia insultando al catolicismo. O lo que es peor, Francia insultando a Cristo en la apertura de los Juegos Olímpicos.

 

Pero más allá de lo que ya ha sido largamente -mal- comentado, ¿Se han puesto a pensar que en el tiempo donde vivió Jesucristo también existieron personas con orientaciones sexuales diferentes y celebraciones secretas? Incluso antes.

 

Encontré las investigaciones de la doctora Kamila Remišová Věšínová experta en la interacción de los dos sexos en la sociedad prehistórica.

 

¿Sabían que hay indicios de un transexual encontrado en Praga en el Eneolítico de acuerdo con la doctora Remišová?

 

No entraré en detalles de la gordofobia, ni el homosexualismo o lesbianismo que datan de siglos.

 

Lo que llama poderosamente la atención es que el mundo entero no esperaba tanta belleza y magnanimidad planeada por la ciudad más bella del mundo y para ello, Paris se metamorfoseó por detalles que los “expertos inquisidores” que se volvieron sabios en historia de Francia de un día para otro, ignoran.

 

Pero una mirada patriarcal impuesta por el multiverso y por falsos feligreses (de esos que lo son cuando les va mal), puso a Francia en la blasfemia. Las redes se volcaron y los “sesudos expertos” se concentraron en La Cena.

 

Ni pio dijeron sobre el homenaje a las mujeres que han influido en la historia de Francia y el mundo: desde Olympia de Gouges hasta Simone Veil.

Ya ni hablar del Cancan, una disciplina con al menos 100 años de historia. ¡Mutis!

 

O el homenaje a Zizi Jeanmarie, “Mont truc en plume” un cabaret de los años 60’s que dio la vuelta al mundo en aquel entonces y uno de los hitos musicales franceses más conocidos, primero en Inglaterra y luego en Estados Unidos de América. ¿Alguien lo resaltó? No, prefirieron seguir las redes y asegurarse que la “ofensa” se diera a conocer.

 

Quienes vagamos varias veces frente a la Concergierie por semana, sabemos la historia de Marie Antoniette y el peso de su figura política en el mundo a través de la Revolución Francesa pero también en la moda, en la gastronomía, jardinería, en la educación de los herederos de la nobleza francesa e incluso en la música. Una figura de su talla siempre tendrá luces y sombras. ¿Alguien quiso profundizar?

 

No, el centro fue Cristo. O mejor dicho, la blasfemia hacia él.

 

Pocos saben de los verdaderos detalles sobre la metamorfosis de la ciudad y alrededores que fue desde la restauración de Apolo, la escultura de la fuente central en Versalles para recibir en todo su esplendor a los deportistas y al público.

 

Nadie habló sobre el embellecimiento -si es que se puede más- de la torre Eiffel y el esfuerzo de cientos de trabajadores por pintar a mano el “chantier” del mismo color que su autor utilizó en 1907.

 

Ya ni hablar de las personas expertas de Les Gobelins que pintaron a mano todos los hilos de la tapicería de los JO y su telar por 2 años para el pasado 26 de julio. Ni que decir de los miles de voluntarios venidos del mundo entero para coordinar los JO. O del rescate de uno de los barrios más desfavorecidos de la Isla de Francia, Saint Denis. O de la inclusión de los trabajadores en las diferentes sedes con capacidades diferentes. O de los inmigrantes que participaron en las delegaciones de deportistas.

 

¿Pensaron que esto no era una cuestión de geopolítica?

 

¿Alguien quiere que se debata sobre la emisión de CO2 que serán dos veces menos que los JO Londres 2012? Nadie.

 

Muchos de esos detalles no se ven en la ceremonia de apertura, vamos pues, ni se interesan en saber que, para que eso pudiera realizarse, una sesuda organización fue puesta en marcha en todos los sentidos: artística, gastronómica, societal, económica, urbana, ecológica, con perspectiva de género.

 

Francia en lugar de ser responsable de una “BLASFEMIA MAL INFUNDADA” demostró que lo imposible es posible.

 

Que el arte está en sus venas como la nación de Voltaire, de Gouges, de Piaf, de Rousseau, de Victor Hugo y que su influencia a nivel mundial es innegable.

 

En la apertura de los Juegos Olímpicos quisieron quemar en la hoguera a Francia y no hicieron más que glorificarla.

 

Aun bajo el diluvio que tuvo lugar ese viernes, Paris reafirmó su lugar como la capital del mundo.

 

Ya lo dijo Edith Piaf:

 

Le ciel bleu sur nous peut s’effondrer

Et la terre peut bien s’écrouler

Peu importe si tu m’aimes

Je me fous du monde entier !

 

Ignorar a Jan Harmensz Van Bijlert y “Le Festin des Dieux” es elección de cada persona, porque quedarse en la ignorancia y en la fanfarronería sólo es para los débiles.

 

Vive la République, Vive la France !

 

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