No, no es un tema de “qués”.
De alguna u otra forma, con diferencias mínimas, los distintos grupos que coexisten al interior del PAN poblano saben lo que el partido tendría que cambiar en aras de mejorar su desempeño electoral.
Más bien, lo que los divide son los “cómos” y los “con quiénes”.
Ahí está el detalle, como diría el clásico.
La fractura se da cuando se contraponen estrategias, pero sobre todo, al momento de poner sobre la mesa los perfiles que las diseñarían y operarían.
Y no hay punto de convergencia posible.
En este juego de suma cero, quedarán definidos irremediablemente ganadores y perdedores.
A estas alturas y después de lo que sucedió el 2 de junio pasado, es evidente que no debe haber cabida para la pomada del hueso.
Para la negociación de posiciones y privilegios en aras de una falsa unidad.
No pueden darse el lujo después de su lamentable desempeño electoral.
De hacerlo, tendrían necesariamente que mirarse en una serie de muy incómodos espejos.
En el del PRD, para empezar.
Aquel que después del 2012 se fue desdibujando en el panorama político del país.
El que fue manejado como si fuera el patrimonio único del grupo de “los Chuchos”.
Aquel cuyos miembros más granados, en su momento minimizaron la monumental fuga de militantes que encontraron lugar en otros partidos.
En Morena, para empezar.
En más de diez años, fracaso tras fracaso en las urnas, lo que le llevó finalmente a perder el registro en este 2024.
¿Y qué tal el espejo del PRI?
El famoso tricolor.
El mismo que después de haber regresado con bombo y platillo a la presidencia, se fue en picada en tiempo récord.
El que perdió gubernatura tras gubernatura, tolerando y fomentando que sus liderazgos les jugaran las contras, entregándose a los intereses del presidente y el partido en el poder.
Hoy vive conectado a un respirados artificial, vendiendo desesperadamente que, ahora sí, cambiarán de forma radical.
No sólo de nombre, colores y logo, sino de la manera en la que hacen política.
A ver quién les cree si todo parece indicar que serán los mismos que lo hicieron pedazos, quienes encabezarán la renovación.
¿Y qué tal el espejo del PAN nacional?
El que tienen en casa.
Un blanquiazul que perdió 12 gubernaturas y ha sido repudiado en las urnas elección tras elección.
El de enanos políticos como Marko Cortés, quien romantiza la derrota y el sacrificio como un intento desesperado de ocultar su monumental ineptitud.
El que pone y quita a placer dirigentes y candidatos, para conservar el poder al interior, a costa de protagonizar sonados y muy vergonzosos ridículos.
¿Qué quieren realmente los panistas poblanos?
¿Dónde y cómo se quieren ver en el corto plazo?
No es exagerado pensar que están en un riesgo real de ir cayendo a un abismo todavía más profundo, si no llega a su dirigencia quien entienda realmente el momento político y social que está viviendo el país y en función de eso, con absoluto realismo y autocrítica, se decide a hacer pedazos aquellos nefastos y anquilosados usos y costumbres que lo tienen enfrentando la penosa realidad que hoy viven.
¿Quién y quiénes tendrán realmente los tamaños para encarar semejante reto?
¿Quién dice “yo”?