Por Valentín Varillas
En términos de política real, los cierres de campaña no inciden directamente en la determinación de ganadores y perdedores en una contienda electoral.
Tal y como sucede con los debates, se convierten en materia prima para la generación de contenidos políticos, sobre todo en las redes sociales.
Y abonan también, faltaba más, a la construcción de la ya famosa narrativa de la victoria anticipada.
Con, o sin fundamentos.
Pero hasta ahí.
Alimentan egos, fomentan todo tipo de números, escenarios y pronósticos, siempre alrededor de la obsesión de demostrar que el propio fue mucho mejor que el del adversario.
Al final no importa.
Vale madres.
Los asistentes son producto de la movilización y manejo de estructuras.
De todo tipo.
Niveles de gobierno, organizaciones clientelares y las que forman parte de los mismo partidos.
Por lo tanto, en estas puestas en escena existe todavía una menor representatividad del votante real, el orgánico.
El que se supone que al final inclina la balanza.
Aquel que se organiza y sale a las urnas convencido de un proyecto o de un candidato, sin que tenga un interés político o económico en el resultado del proceso.
Este actor, que en discurso público se le valora como la auténtica joya de la corona, en los eventos del sábado pasado acaban siendo absoluta y completamente marginales.
Como su aforo que, en la frialdad de las cifras, resulta igualmente marginal si tomamos en cuenta el universo de votantes potenciales.
30, 40 o 60 mil, póngale la cifra que más le satisfaga, cuando los candidatos a gobernar el estado prometen obtener cerca de 2 millones de sufragios.
Cualquiera llena.
De verdad, hasta los candidatos de MC podrían llevar a cabo eventos como los del oficialismo y llevar a sus cartas fuertes a nivel nacional.
El reto, por muy obvio que parezca, es generar votos contantes y sonantes a las urnas.
Nada más.
El resto es filigrana, adorno.
Una muy costosa y estéril parafernalia condenada al olvido, una vez que el PREP comience a reflejar resultados oficiales.
A estas alturas, los ciudadanos ya decidimos.
Partidos y candidatos igualmente hicieron lo que quisieron o pudieron para convencer.
Los dados están echados y únicamente habrá que esperar que llegue el domingo para que se defina el rumbo político del país y del estado.
