Por Valentín Varillas
A mediados de diciembre pasado, Luis Ernesto Derbez, rector de la UDLAP, asistió gustoso a un “brindis navideño” convocado por Pepe Chedraui.
Fue en la nueva sede del Club de Empresarios, allá en la Torre Insignia.
Aunque oficialmente se trataba de una celebración ajena a la política, la lista de invitados se diseñó para garantizar la presencia de quienes apoyan sus aspiraciones.
En ese momento, aunque no había nada oficial, al interior del partido se daba ya por un hecho su candidatura.
Sondeos internos en manos de la estructura, lo adelantaban con toda contundencia.
Sobra decir que a Derbez se le vio sumamente a gusto.
En un ambiente cómodo con personajes muy cercanos que lo arroparon y atendieron en todo momento.
Por la época, en donde baja mucho la dinámica de la información política, el tema no trascendió en términos de opinión pública o publicada.
Sin embargo, pegó durísimo en el cuarto de guerra del bloque opositor.
Era impensable la presencia del rector en un evento organizado por un inminente abanderado de Morena, cuando en la óptica mayoritaria, la 4T había operado el arrebato del Campus a través del uso de la fuerza pública.
Más aun cuando perfiles de simpatizantes de la oposición fungieron como movilizadores del tema a través de marchas y manifestaciones, además de todo tipo de mensajes en redes sociales.
Uno de los más visibles fue Herberto Rodríguez Regordosa, fallido aspirante a la rectoría de la universidad, hoy insertado en el equipo de campaña de Mario Riestra.
Por cierto, fue su primo, Franco Rodríguez Álvarez, una pieza fundamental para la asistencia de Derbez al evento de Chedraui Budib.
Es más, es él quien lleva actualmente el tejido fino de la relación con la cúpula de la UDLAP.
Además, hace pocos años, Luis Ernesto había integrado a liderazgos panistas a la estructura de la universidad.
En su momento, hizo a Eduardo Rivera Pérez Director del Centro de Investigación y Gobierno UDLAP.
A Adán Domínguez lo nombró Jefe de Investigación y Desarrollo del mismo centro.
Uff.
Por eso dolió.
Y mucho.
Aunque se ensayen todo tipo de maromas para jamás reconocerlo, lo asumieron como una enorme decepción.
Otra más.
Brutal.