Por Alejandro Mondragón
En pleno proceso electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador se percató de lo inevitable: la derechización del país.
Y comenzó en la Ciudad de México, la que AMLO gobernó del 2000 al 2006, pero que dos décadas después es la segunda entidad en la que reporta menos aprobación, como presidente. La primera es Aguascalientes, donde arrancó campaña Xóchitl Gálvez.
En la semana que se fue, López Obrador señaló la influencia de los medios críticos que ha permeado en la capital del país.
La Ciudad de México se empaniza, “hamburgesa” y derechiza, subrayó, a la vez que señaló a Lomas de Chapultepec, la alcaldía Benito Juárez y la colonia Del Valle, como aquellas en las que tiene la 4T el mayor rechazo.
Quizá por este proceso que se vive de derechización de México, Morena haya tenido que pactar con el diablo en el infierno electoral.
Es decir, dar candidaturas a perfiles ajenos a su doctrina y proyecto de izquierda en aras de no perder la plaza e intentar frenar la derechización que ya advirtió AMLO en el país.
La Ciudad de México fue por años, bastión de la izquierda, pero esa izquierda que congenia con el dinero para impulsar un modelo que se pensaba replicar en el país.
Peeero con la llegada de López Obrador, los duros se impusieron en un esquema que polarizó al país y redujo a aspiracionistas a las clases medias.
¿La oposición aprovechará esta derechización del país en el 2024?
Se ve prematuro, porque aún sigue en el poder AMLO, sus 23 gobernadores y mantiene mayoría simple en Senado y Cámara de Diputados.
La inclusión de impresentables en las listas de Morena, PT y Verde a los diferentes cargos públicos cobrará factura no sólo entre el electorado, sino en la médula ósea de la 4T con las traiciones propias de la naturaleza de los arribistas.
