Por Valentín Varillas
Mitofsky publicó en El Economista la encuesta sobre preferencias electorales en Puebla, a febrero del 2024.
Destaca la ventaja que llevan Morena y sus aliados con respecto a sus opositores: 21%.
También, el que poniéndole nombre y apellido al candidato, Alejandro Armenta esté adelante de Eduardo Rivera en idéntico número,, tomando en cuenta a los indecisos (Preferencia Bruta) y que ésta aumente a 25.4% quitándolos del ejercicio (Preferencia Efectiva).
Por otra parte, los números indican que en el estado habría un proceso electoral muy concurrido.
Con una muy amplia asistencia a las urnas.
69.1% de los encuestados afirman que “sí están completamente seguros de que van a votar.
21.4% sólo considera como “probable” que lo haga y 8.4% de plano cancela toda posibilidad de emitir su sufragio.
Si bien es evidente que elecciones con estas características abonan a la legitimidad de los ganadores, también es cierto que este escenario –históricamente- ha facilitado el cambio político en el país.
Es más, en la elección de 2018, el nivel de participación de los poblanos fue de 67.65%, un indicador que prendió los focos rojos al interior del oficialismo.
En el presupuesto electoral de Rafael Moreno Valle, el voto mayoritario ponía el riesgo la victoria de Martha Érika Alonso.
Y desde muy temprano, sus operadores adelantaron lo que al final se comprobó.
Por eso, se ensayaron todo tipo artes relacionadas con la alquimia electoral.
Llegaron hasta detonar armas de fuego en las urnas.
Todo, para tratar de inhibir que más poblanos fueran a votar.
Fracasaron.
Perdieron las principales alcaldías, incluida la de Puebla, la gran mayoría del Congreso local y de las diputaciones federales, además de la fórmula al Senado.
Aún así, con la ayuda de las autoridades electorales locales y el fallo más surrealista que ha emitido el TRIFE, RMV alcanzó su objetivo de mantener el control político total del estado.
Y utilizar el gobierno de Puebla como plataforma de lanzamiento para apuntalar una supuesta candidatura presidencial.
Durante aquellas campañas, medios locales y nacionales se llenaron de historias llenas de violencia, de sangre, de inestabilidad social.
La explicitud de los contenidos resultaba por lo menos, atípico.
Como ahora, idéntico.
Inocular miedo cada vez es más fácil, en estos tiempos en donde la vida pública y privada del país se viralizan obsesivamente.
Todo se sabe y se multiplica en tiempo real.
Los poblanos están conscientes de la enorme importancia del próximo proceso electoral y de acuerdo a estas cifras, todo parece indicar que estarán a la altura de esta enorme responsabilidad.
Afortunadamente, hoy se viven tiempos distintos en el estado.
Partidos y candidatos juran que privilegiarán las propuestas.
Lo mismo exigen los distintos niveles de gobierno.
Ojalá que así sea.
La lección del 2018 es muy clara: sólo así y no ahuyentando votantes, es como podrán convencer a parte de ese 21.4% de que salga a participar.
