30-04-2024 10:17:29 AM

4T, segundo piso: virar al “centro”

Por Valentín Varillas

 

El presidente lo dijo abiertamente en la polémica entrevista a modo que le concedió al medio Russian Times.

Haciendo gala de su tradicional futurismo informado, aseguró que cuando el se retire de la política, su movimiento se moverá hacia el “centro” del espectro político nacional.
Al margen de los extremos, vaya.

Esto supondría, por lógica elemental, dejar a un lado los radicalismos.

Pasar de la interpretación extrema y textual de la ideología, a políticas públicas y decisiones flexibles, maleables, que se adapten en la práctica de una mejor forma a las siempre cambiantes necesidades de los mexicanos.

Tal vez en este contexto, podrían explicarse las tan controvertidas candidaturas que el oficialismo y sus aliados le han concedido a personajes que hasta hace muy poco militaban en partidos políticos distintos y mutuamente excluyentes con los postulados de la 4T.

Y no son pocos.

Si bien ha habido perfiles que han despertado ámpula al ser nominados por encima de “los de casa”, lo cierto es que el único y verdadero dueño de la franquicia los ha palomeado y alentado.

Faltaba más.

Experto en el más empírico, pero a la vez efectivo análisis de prospectiva, López Obrador seguramente se ha planteado ya el escenario en el que va a gobernar Claudia Sheinbaum, de ganar la elección del 2 de junio.

Y es muy distinto al actual.

Sin su arrastre, su carisma, su capacidad de conectar con la gente y sin su blindaje mediático y social, su candidata tendrá seguramente que tender lazos con sectores hasta ahora excluidos en Palacio Nacional.

Un escenario que desde ahora se ve complicado en el plano económico.

Heredando un déficit presupuestal del 5%, el más grande desde finales de los 80, y buscando desesperadamente esquemas de obtención de recursos para financiar la entrega de apoyos en efectivo a sectores vulnerables.

Esta ha sido la columna vertebral de la política social de este gobierno, además de su principal fuente de votos potenciales.

Mantenerla tal y como está, el mayor tiempo posible, será el primer gran reto de Sheinbaum.

En la recta final de su campaña, en el 2018, López Obrador también se vistió con el traje de “moderado”, con el objetivo de generar confianza a su proyecto de gobierno.

Había que dar certezas para echar abajo, de una vez, aquel mito de que era un peligro para México.

Poco le duró el disfraz.

Desde el inicio de su sexenio tomó decisiones extremas y polémicas, en contra inclusive del consejo de algunos de sus secretarios y consejeros.

La cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, por ejemplo.

A los principales empresarios del país les mandó señales de que el proyecto continuaría.

Los engañó.

El emisario fue Alfonso Romo.

El mismo que poco a poco empezó a ser relegado del círculo cercano de toma de decisiones del jefe del ejecutivo federal.

Ahí se empezó a infiltrar el virus de las dudas y la desconfianza.

Afuera y adentro.

Luego se fueron Urzuá de Hacienda y Jiménez Espriú de la SCT.

Con el paso de los años también perdieron mucha fuerza Arturo Herrera, Marcelo Ebrard y Tatiana Clouthier.

Todos ellos , considerados como parte del ala moderada del equipo de Andrés Manuel.

A la par se fortalecieron los llamados “duros” del círculo cercano del presidente.

Y así será hasta el final.

La candidatura de la propia Sheinbaum, la prueba más contundente de lo anterior.

Y en lo poco que hemos visto, no se le ve para nada moderada.

Es más, ha jurado por todos los dioses el continuar con el legado de su jefe, amigo y mentor.

Pero una cosa es pedir el voto y otra muy distinta, gobernar este país.

Tal vez Claudia sí pueda, dar aquel salto cuántico de candidata a gran estadista.

El mismo que jamás pudo o que tal vez no quiso dar quien todavía lleva las riendas del tan sui –géneris México de hoy.

Ojalá.

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