Por Alejandro Mondragón
Ya sin Luis Miguel Barbosa vivo, la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco perdió, en las tres posiciones que buscó.
La gubernatura, primera fórmula al Senado y la presidencia municipal de Puebla.
¿A quién le echará la culpa ahora?
A Barbosa, exgobernador, lo responsabilizó de su derrota por la capital en 2021.
Rivera Vivanco y su ñengo grupo siempre se refugió en el martirologio de ser perseguido políticamente y atacado por los medios por su dizque fuerza social y de género.
¿Dónde quedó esa fuerza que no se vio ni para la gubernatura, senado y alcaldía?
Como bien dicen los políticos poblanos, “a la señora ya la conocen en la Ciudad de México, saben sus artimañas e incumplimiento de acuerdos”.
Quizá pierde vista que puede alegar lo que quiera, pero en los hechos ninguna de sus cuentas públicas ha sido aprobada en el Congreso del Estado.
Tampoco, desde que dejó la alcaldía, fue reconocida en el ámbito nacional, como ejemplo de gobierno de la Cuarta Transformación.
En la mañanera del miércoles, el presidente Andrés Manuel López Obrador, avaló la decisión de Liz Vilchis de quedarse en su gobierno hasta el fin de la administración y la felicitó.
¿Cuándo ha tenido López Obrador un gesto así para Rivera Vivanco?
En la Ciudad de México bien que la conocen. La señora ya sabe que no será la carta de Morena a la alcaldía. Los números la dejan muy mal parada y confirman que para la gubernatura siempre jugó con el factor Claudia, pero Sheinbaum para posicionarse, aunque ni así le alcanzó.
Su familia, ahora, intenta colarse al grupo compacto de Alejandro Armenta, quien en su etapa de sumar les abrió la puerta, pero conforme avance la campaña le recordaran todos los ataques y descalificaciones que le lanzaron y sus acuerdos con el otro contendiente, Ignacio Mier Velazco.