Por Alejandro Mondragón
Ya está en la mesa del debate que la inseguridad será el principal tema de campaña para el frente opositor a la Cuarta Transformación.
El mismo precandidato del PAN a la gubernatura por Puebla, Eduardo Rivera Pérez, lo dejó en claro.
En Puebla, de inmediato saltaron las autoridades y otras voces morenistas, pues le recordaron que él gobernó y dejó la capital para buscar la nominación partidista, en medio de una crisis de seguridad.
El tema de la inseguridad es un arma de doble filo, porque, en el caso del Estado, la presencia de grupos delictivos se localiza en municipios gobernados hoy por el panismo: Las Cholulas, Cuautlancingo y qué decir de la ciudad de Puebla.
¿Cómo se defenderá la posición del combate a la inseguridad por parte de los opositores de la 4T, en el momento en que ocurra algún delito en territorios azules?
Los procesos electorales suelen convertirse en tiempos de canallas, donde prolifera la denuncia estridente y no el razonamiento político para atender la problemática.
Siempre ha sido así. En contiendas pasadas, el asunto económico era el eje articulador que podría incluso controlarse con políticas restrictivas o expansivas en gasto para no disparar indicadores.
La inseguridad no. Nadie puede evitar un delito en la esquina de la casa de cualquiera y la percepción sobre la capacidad de respuesta de la autoridad siempre será negativa.
Los opositores a la 4T, hoy gobiernos en importantes zonas urbanas, se metieron al callejón de las trompadas con poner la inseguridad como eje de su campaña.
Inflar ese globo tanto puede acabar por reventarles en la cara, y más si le añaden el ingrediente de delincuencia organizada.
Se sabe lo que hicieron en sexenios pasados.
