Por Alejandro Mondragón
Se desconoce si fue por realizarse en plena época navideña y de fin de año o por la ausencia de carisma, pero las precampañas en Puebla pasaron en el anonimato.
Del mundo real, claro.
No de las redes sociales infestadas en granjas de bots y porristas digitales, donde se recorren las regiones, desde la comodidad del sillón de cualquier lugar con acceso a wifi.
Tampoco se saben las razones de los genios del Instituto Nacional Electoral para decretar, en plenas fiestas, que los precandidatos hicieran campaña.
El punto es que se observa oooootra vez que una es la realidad del ciudadano y otra la de los políticos.
Las precandidatas presidenciales sumergidas en la mediocridad discursiva, sin emocionar, y una en la filia AMLO y la otra en la fobia AMLO.
Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez viven en un país paralelo al de México, en el que hay que estirar el gasto, enfrentar la cuesta de enero y padecer la inseguridad.
En Puebla, Alejandro Armenta, Eduardo Rivera y Fernando Morales también tuvieron los duelos.
El primero, como líder de las encuestas.
El segundo, sin quitarse el performance de alcalde.
Y el tercero asfixiando personas en sus selfies.
Se sabe que todavía las hostilidades no arrancan. Falta aún elegir perfiles para la fórmula al Senado, legisladores federales, diputados locales, alcaldes y regidores.
Peeeero conforme se ven las cosas, nada diferente se observa en el horizonte electoral.
Y no es por incapacidad, sino porque viven una realidad paralela al poblano/a.
