Por Alejandro Mondragón
En qué momento de la vida lo accesorio se volvió más importante que lo principal.
En la definición de candidaturas al interior de Morena, los y las originarias amagan con dividir al movimiento de la 4T, sino ganan la encuesta.
A ver, a ver, ni en la selección de la carta por la Presidencia, donde resultó triunfadora Claudia Sheinbaum, tampoco en el proceso por la gubernatura, ganado por Alejandro Armenta, hubo fractura alguna, ¿por qué tendría que haberlo por una alcaldía en Puebla?
No tiene la culpa la originaria, sino quién le permitió que tras ser derrotada por la gubernatura buscará el Senado y después de que los números y acuerdos no le alcanzaban se fuera por la alcaldía.
Y al rato querrá ser diputada federal o local para convertirse en lideresa legislativa. Sí, es su lógica.
¿Qué le pasa a Claudia Rivera y su grupúsculo, cuyo paso por la Presidencia Municipal de Puebla fue más que vergonzoso?
Bien dicen que la señora miente por sistema. Para evitar no ser sobajada inventa que la dirigencia nacional le pidió repetir por la alcaldía o que se encuentra 30 puntos arriba que cualquier otro abanderado. Seguro será en negativos.
El problema radica en quienes creen que es el factor de unidad al interior del partido por el hecho de ser mujer.
Desde el poder le resolvieron sus problemas legales de violencia política de género; le perdonaron los desfalcos en cuentas públicas; y le dispensaron las tropelías a su pandilla.
A cambio, ella, despotrica contra el gobernador Sergio Salomón; descalifica al candidato Alejandro Armenta; y ya se lanzó a la cruzada qué si no queda de candidata, entonces hará campaña contra el que resulte ganador.
Nada más hay que checar las cuentas en redes de sus rapaces operadores para ver el tono de sus comentarios.
Ella sigue en Vivancolandia y nadie lo puede remediar.
Pero no tiene la culpa Claudia, sino quienes le perdonaron sus fechorías.
Sí, los mismos a quiénes ahora va por ellos.