Por Alejandro Mondragón
Los equipos siempre jugarán un papel clave, en la custodia del proyecto político para el gobernante.
El problema es que si el jefe político no está suelen hacer fiesta, como los ratones.
Todo esto viene a cuento porque el alcalde Eduardo Rivera Pérez resolvió desde tiempo atrás los pasos que daría para la fecha inevitable: su separación definitiva del cargo.
Ya no regresará. ¿Cuántos equipos empiezan a jalar agua a su molino? ¿O cuántos personajes ven la oportunidad de tomar otro rumbo?
Eduardo Rivera puso a prueba a su grupo. Él siempre tuvo claro qué y a quién quería, basado en lo que lo que la Ley establezca, aunque la grilla que se desató, en nombres, fue en los medios de comunicación, porque adentro Rivera midió lealtades.
La conclusión fue muy clara: todos pasaron la prueba.
En tiempos de campaña, las traiciones son el común denominador, más si se sabe que el jefe político ya no regresará.
Ahí está el caso de Argelia Arriaga, quien como interina de Rivera Vivanco en 2021 se deslindó del grupo, y con justa razón.
El tema de La Resurrección fue claro, en términos de sancionar irrupciones. El edil auxiliar está encarcelado, aunque abogados del morenista Alejandro Armenta ofrecieron sus oficios para sacarlo de prisión. Claro, por 90 mil pesos.
El grupo panista se cohesionó, porque -saben perfectamente- con Eduardo Rivera en campaña, el Ayuntamiento será blanco permanente de ataques políticos.
La tarea de quienes se quedan es mantener el rumbo.
Algunos personajes del municipio se integrarán a la campaña, donde Abel Hernández, quien jugará su papel clave, en la operación.
Cuestión de días para que se haga público quién será el edil sustituto, sin el tamiz de pasar por el Congreso del Estado, y claro con la respectiva licencia definitiva de Rivera Pérez.
Esa ruta definió ya al sucesor.
El reloj ya marca las horas.
