Por Alejandro Mondragón
Una nueva frase habrá que incluir en el diccionario de la política poblana, ahora que se avecina la temporada electoral.
Cuando el ganador define la realidad, no hay delito que perseguir.
El coordinador de la Cuarta Transformación en Puebla, Alejandro Armenta, anticipó su encuentro con la dirigencia del partido Verde.
“Que nadie se sorprenda si se ven sentado de lado de Antonio Gali López… estoy para sumar a todos”, declaró.
Quizá el más preocupado por tal afirmación sea su principal financiero, José Layón, pues se sabe del enfrentamiento jurídico que tiene con la familia Gali por la posesión de una plaza comercial. En tribunales dirimen sus controversias.
Hasta hace dos meses, los Gali seguían en el exilio y buena parte del gabinete de Antonio Gali con expedientes abiertos por corrupción.
Ninguno de los Gali mostró interés de acercamiento con Armenta, previo a la encuesta por la gubernatura que ganó precisamente el senador.
Quién sí lo respaldó fue Layón.
Después de resolverse la sucesión morenista por Alejandro Armenta, diversos analistas concluyeron que su nominación era un rechazo abierto al barbosismo y morenogalismo.
La primera expresión representada por Julio Huerta, quien quedó en cuarto lugar; en tanto la segunda por el diputado federal, Ignacio Mier, quien traía acuerdos con el morenogalismo.
Ahora que todos se han perdonado, ¿los poblanos aceptarán hasta el regreso del marinismo?
En política, no hay que olvidar: hay sumas que restan.
