22-11-2024 02:42:54 PM

Cortázar: otro clavo más para Xóchitl

Por Valentín Varillas

 

Max Cortázar no fue un buen operador de medios para Felipe Calderón.

Con todo y los miles de millones con los que contó para gastar a manos llenas, fue incapaz de darle forma a una estrategia que abonara a cambiar la percepción mayoritaria sobre legitimidad del presidente.

Tampoco sobre su supuesta victoria contra los criminales en aquella guerra declarada contra la delincuencia.

En términos de opinión pública y publicada, fracasó.

Hasta la fecha se le refiere coloquialmente a Felipe como “el espurio”, con una frecuencia e intensidad que prueban lo anterior.

También actualmente, circulan a la primera provocación aquellos cartones y caricaturas que muestran a un diminuto mandatario portando un uniforme militar que le queda enorme, enfrentando gigantes que simbolizan a los capos más influyentes y sanguinarios del país.

Sí, hay cosas que marcan para siempre.

Tampoco lo hizo bien cuando Rafael Moreno Valle lo trajo a Puebla.

Misma posición: coordinador de Comunicación Social.

Mismos resultados.

El gobernador poblano le encargó el diseño y operación de una serie de acciones muy concretas para posicionarlo a nivel nacional.

Como con calderón, el dinero no fue un problema.

Contaba, prácticamente, con un presupuesto ilimitado.

RMV quería que se le mencionara una y otra vez en medios masivos de comunicación.

Que hasta la acción más modesta de su administración se vendiera como una conquista napoleónica.

Se echó mano de todo y de todos los que en su momento tenían relación con Cortázar, como consecuencia de su cargo en presidencia.

También de los nuevos “talentos” que, sobre todo en redes sociales, dictaban tendencias a través de la enorme influencia que les daban sus millones de seguidores.

Había spots de Rafael que se pautaron en todas las salas de la cadena Cinépolis, a lo largo y ancho del país.

También publicidad estática en unidades de transporte público en estados distintos a Puebla.

Una locura.

Un derroche pocas veces visto en la historia moderna de la política mexicana.

Varios fueron los llamados, las amonestaciones y las sanciones que en su momento le impusieron distintas instancias en materia de procuración y administración de justicia electoral.

Sobre todo, las correspondientes al ámbito federal.

Todas, absolutamente todas, se las pasaron por el arco del triunfo.

La embestida mediática nunca paró.

Pero tampoco dio los frutos que se esperaban.

Entre más dinero se invertía en generar la percepción de que Moreno Valle era el presidente que se necesitaba para el 2018, las malditas encuestas lo ubicaron siempre en su real valía.

Y no le fue bien.

Nunca.

Entre los perfiles que se manejaban para suceder a Enrique Peña Nieto, Rafael apareció siempre en sexto o séptimo lugar.

Y tercero, invariablemente, entre los precandidatos panistas.

Es decir, los militantes y simpatizantes de Acción Nacional prefirieron siempre a Ricardo Anaya y a Margarita Zavala, antes que él.
Fracaso rotundo.

Millones y millones tirados a la basura.

No sirvieron siquiera para convertirlo en un contendiente medianamente competitivo.

Hoy, con estos antecedentes, Max llega a hacerse cargo del manejo de medios de Xóchitl Gálvez.

Sí, la que aparece en todas las encuestas y sondeos entre 24 y 50 puntos atrás de su contrincante.

Si con un presupuesto ilimitado y sirviendo a personajes encumbrados en lo más alto del poder político -en sus respectivos ámbitos- no pudo, imagínese ahora con todo, absolutamente todo en contra.

Con este tipo de decisiones, pareciera que el verdadero enemigo de la virtual candidata opositora no hay que buscarlo entre quienes se visten de guinda.

Que tiene más bien un tono blanquiazul, que se delata con cada decisión bizarra que se toma en su círculo más cercano.

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