Por Alejandro Mondragón
Si alguna lección dejó el proceso de designación del coordinador de la 4T en Puebla, fue que lo único que vale es la encuesta.
No hay cabida para padrinazgos o madrinazgos por más selfies que se tomen aspirantes a las alcaldías, sobre todo de la capital.
Tampoco hay mano negra, favoritos ni nada que se le parezca. Es un proceso en el que se lleve la encuesta, al estilo Morena, será el ganador/a.
Incluso, el propio coordinador de la 4T, Alejandro Armenta, está como Claudia Sheinbaum, con las manos fuera del proceso.
Se crearon el garlito de que la encuesta es la que define, ahora a asumir las consecuencias.
Por la cantidad de inscritos está claro que habrá un sondeo de reconocimiento y las y los aspirantes mejor posicionados entrarán a una encuesta final.
Ya se vio también que eso de que las estructuras de movilización marcarán la diferencia, quedó como un mito. Pregúntenle al señor Huerta que terminó en cuarto lugar en la elección para coordinador de la 4T en Puebla.
Sheinbaum, Sergio Salomón y Armenta tampoco perfilarán a nadie. Quienes han tenido exposición, presencia mediática y recorrido colonias y juntas auxiliares seguro estarán en la encuesta final.
Menos influirán aquellos aspirantes que se creen tener el poder de vetar a quienes se inscriben, por el hecho de ser fundadores.
Y lo dice la biblia de López Obrador: el pueblo manda.
¿Habrá algún ingenuo/a que crea que la lucha por la candidatura en la capital del estado genere alguna tormenta política?
Claudia Sheinbaum, los cuatro coordinadores y las cinco coordinadoras en los estados salieron por un proceso de encuesta sin rupturas.
No tiene por qué ser diferente. Nada más hay que ver y entender la realidad.