Por Alejandro Mondragón
Ya no falta mucho para diferenciar entre el análisis de una sucesión en Puebla y la matraca a favor de ciertos aspirantes.
Tampoco en dilucidar si el favorito de Palacio Nacional lo era o no (Nacho Mier) o el puntero de los sondeos (Alejandro Armenta) en verdad lo fue.
O si el género femenino que tanto atrapó su narrativa a las redes nunca tuvo posibilidad.
Hay elementos claves para identificar que lo que hará la Comisión Nacional de Elecciones no es una encuesta tangible, sino un sondeo intangible en el que se tomarán en cuenta atributos y valoraciones subjetivas, de esas que quedan a todo tipo de interpretación.
Lo cierto es que existe un común denominador en aquellas “encuestas de reconocimiento” que realiza Morena.
Nunca el que la ganó, perdió la nominación, aunque sí la candidatura: Félix Salgado Macedonio por Guerrero y Raúl Morón en Michoacán, por manos externas: resolutivos del Instituto Nacional Electoral.
Los 7 aspirantes morenistas ya saben que la encuesta no llevará una sola pregunta como la nacional, ¿A quién prefiere de coordinador de la 4T?
Serán más reactivos:
Opinión positiva.
Honestidad.
Cercanía, con el estado.
Cumple su palabra.
Buen candidato/a.
Disposición a votar por aspirante.
Y preferencia como candidato/a.
Aspirante que obtenga el primer lugar en cada respuesta a los reactivos será quien abandere a la 4T en Puebla.
El sondeo será el que quiera Morena nacional. Así sin recomendación de nadie.
Paralelo a este proceso en el que se firmó una carta compromiso de respetar los resultados y mantenerse en el partido, lo que no prohíbe los 15 minutos de berrinche de los perdedores/as, está en marcha la Operación nadie se sale del huacal.
Ya el gobernador Sergio Salomón convocó a la unidad de los 7, Claudia Sheinbaum y Mario Delgado hicieron lo propio.
