03-12-2024 10:18:37 AM

O ayudamos todos, o perdemos todos

Por Guillermo Alberto Hidalgo Vigueras

           Triste realidad la que se vive en mi México querido, aumento de incidentes delincuenciales que parecen no tener fin y autoridades que ignoran o maquillan la realidad, ejecuciones a lo largo y ancho de nuestra nación y lo más triste, al menos para los poblanos, es que ya nos alcanzó el problema.

          Hartazgo de los cuerpos de seguridad al grado de que empiezan a tomar la justicia con sus propias manos ante la impotencia de que no pueden hacer nada para evitar los actos delincuenciales, o al menos estar en posición de defenderse de los delincuentes, ya que para ello están preparados, sin embargo, nos enfrentamos a una realidad, de que no los dejan y si me apuran un poco, a veces se piensa que se los prohíben, como si tuvieran la obligación de dejar que los maten.

          Las políticas actuales de lucha contra el crimen, no solo no sirvieron, sino que además les dieron tanta manga ancha a los malandrines, que no sólo se conformaron con esos cotos de poder que les respetaron, sino que ahora, no hay forma ni poder humano que los detenga ante una autoridad que parece que esta más divertida que preocupada con los resultados que se están viviendo.

          Puebla no podría sustraerse a este fenómeno y es que la impunidad es tan grande y para no hacer recuento de porcentajes, porque luego hay jefes policiales que se molestan, en lugar de ofrecer resultados, pero para que no digan que uno inventa, basta con que vea usted la prensa local y la nacional, el caso es no solo preocupante sino hasta alarmante, ante una sociedad que parece que nos estamos acostumbrando a este triste fenómeno y una vez llegado ese momento nadie sabrá como resolver el asunto.

          Si se voltea para otro lado, como hacen en la actual administración federal acusando a diestra y siniestra sin que puedan hacer uso de  la “Presunción de inocencia” y si la sociedad no pone su parte, su grano de arena, estamos a centímetros de arrepentirnos y llegar al punto de no retorno, cada vez vemos más escoltas, cada vez vemos más empresas de seguridad, armados o no, vehículos blindados, cada vez las personas optan por armarse legal o ilegalmente, crece la llamada arquitectura del miedo en nuestras casas aislándonos de la vida como si nosotros fuéramos los delincuentes.

Pero sobre todo, cada vez tenemos una sociedad desesperado ya  que nos robaron uno de las bienes más importantes y que es la Tranquilidad, la paz, esa que se nos prometió a tambor batiente junto con la felicidad y que cada día es más difícil el llegar a casa, sin que nos haya sucedido algo.

          Si es en los medios de transporte, es una verdadera ruleta rusa la probabilidad de que sea usted asaltado y si se opone, herido o muerto, si es caminando ya no hay rutas seguras, e incluso el ir en grupo a veces pareciera no ser suficiente y si usted usa su automóvil particular, simple y sencillamente no es lejana la probabilidad que a cualquier hora del día se le asalte.

          El crimen estimado lector, como lo dijera el Dr. Jesús Martínez Garnelo en su texto denominado “Sistema Nacional de Seguridad Pública” de editorial Porrúa (2005) pg.917 “El crimen es una construcción social” antes que un hecho natural. Es una construcción social enraizada en un sistema de estratificación y diferenciación social que posibilita la asignación de un lugar a otro, ésta o aquella “etiqueta” a cada individuo. Además, es un proceso que se cumple en dos momentos, uno legislativo y otro judicial o de aplicación de la ley.” Fin de la cita

          Y si esto es correcto, y si es una construcción social entonces debemos todas y todos, de tomar nuestra responsabilidad y como sociedad recomponer el problema y junto con la inevitable responsabilidad constitucional de la autoridad de ofrecernos seguridad, en sus tres órdenes de gobierno, recuperar de nuevo la calma la normalidad, la salud mental, la tranquilidad y la paz social.

          Usted dirá, estimado lector que nuestra policía no hace nada y yo más bien me preguntaría si nuestros policías están debidamente apoyados, en capacitación, equipamiento, información, seguridad social para ellos y sus familias y sobre todo protección jurídica, no para solaparlos y esconderlos, sino para proteger también sus derechos humanos, sus familias y por qué no decirlo hasta sus vidas, nuestra gente de seguridad que se arriesga día a día también son pueblo y ciudadanos como usted y como yo que dan todo por nosotros y tan mal que se les paga.

          Es momento de hacer algo, y no es precisamente responder agresivamente, por que la ciudadanía en general, no está preparada para ello, aunque pareciera que la inevitable ruta para allá nos lleva, pero sí, como lo dijimos antes, de poner nuestro grano de arena, proteger a nuestros soldados, policías y marinos, que arriesgan su vida diariamente y que saben que hacer, pero sobre todo, proteger a nuestras familias, tomar y adoptar una cultura de seguridad, informarnos que hacer y poco a poco, paso a paso retomar la tranquilidad de antaño que nos ha sido arrebatada de las manos de golpe y porrazo …

         ¿O no?

Juzgue Usted.

 

 

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