Por Valentín Varillas
Qué mal le ha ido al senador poblano en redes.
Liderazgos, militantes y simpatizantes de Morena, su partido, le han dado con todo.
Y con razón.
En el seno del movimiento al que pertenece, no cayeron nada bien sus opiniones sobre los derechos de las infancias trans.
Esas que van en contra de la defensa de las libertades y los derechos fundamentales, banderas que, por lo menos en el discurso, forman parte de la columna vertebral de la 4T.
Esta supuesta transformación está conformada por seres humanos que llevan décadas luchando en contra de la discriminación y buscando generar las condiciones ideales para una efectiva integración de grupos sociales, históricamente marginados.
Suponer siquiera que un miembro del Movimiento de Regeneración Nacional no estar de acuerdo con lo anterior, es un grave error.
Ser grabado en video dando un discurso encendido, de férrea, abierta y encendida oposición a estos principios, es un auténtico suicidio político.
Un suicidio por desconocimiento, no por intención.
Armenta, con aquellas imágenes “viralizadas”, en donde nos explica a detalle y profundidad sus convicciones y creencias, muestra un desconocimiento brutal y absoluto del partido que lo llevó a ocupar un cargo de privilegio en el Senado de la República.
Normal.
Cuando se dieron los primeros pasos rumbo a la gestación de Morena, el poblano andaba muy ocupado sirviendo al entonces Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio y por lo mismo, a Enrique Peña Nieto, aquel que –de acuerdo al propio Armenta- con su triunfo en el 2012 “nos libró de la dictadura socialista” que encabezaría Andrés Manuel López Obrador.
Colgarse del partido y arrastre de la figura del hoy presidente, cuando desde muchos meses antes de la elección del 2018 se daba por hecho su triunfo en las urnas, no es sinónimo de comulgar con su ideología, principios y visión de país.
Es muestra de un pragmatismo que predomina como estrategia preferida de la clase política nacional y que, aunque en los hechos resulta ser muy efectiva, te puede llevar a cometer pifias garrafales como la aquí referida.
Tal vez, por todo esto, AMLO no confía en el líder de la cámara alta del legislativo federal.
Quizás, por estas razones, con todo y su proyecto de gobernar el estado, Armenta no ha sido recibido todavía, de manera privada, en la oficina principal de Palacio Nacional.
“Todavía parece muy priista”- le confió a un incondicional, cuando analizaban juntos la baraja de perfiles para designar a los candidatos para Puebla.
Luego, vino la súbita rebeldía en la coyuntura de la extraordinaria del 19.
El inicio de procedimientos legales ante las autoridades electorales para echar abajo el proceso de selección de Miguel Barbosa como candidato.
El dudar de la legitimidad de los procesos internos del partido cuyo mito fundacional fue aquel fraude en la elección del 2006, fue otra metralla en el pie.
Un monumental yerro que se suma al de hace algunos días y que complementa de manera perfecta la teoría de que Alejandro Armenta, no conoce nada, absolutamente nada de la razón de ser de este movimiento que, en teoría iba a regenerar a la nación.
Más claro, imposible.
Adendum
Por respeto a los lectores y ante la imposibilidad por razones de formato de insertar en este espacio risas grabadas, omito referirme a profundidad al penosos video que -a manera de mea culpa– obligaron a grabar al senador.
La imagen, el discurso, las contradicciones, las formas, el estilo, la actitud y los tonos, dicen más que 100 cuartillas.