Por Alejandro Mondragón
El presidente Andrés Manuel López Obrador ya se puso los guantes para no ceder un sólo round a sus opositores.
Los gobernadores y mandatarias de Morena seguirán de cerca a su líder política para respaldarlo. Ya lo hizo este fin de semana el góber de Veracruz, Cuitláhuac García.
Llevó con sus huestes ataúdes para los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acción que aplaudió ayer el mismísimo AMLO.
No hay tregua. Es una guerra frontal, sin concesiones, ni respiro. López Obrador y su Cuarta Transformación van a seguir en la provocación del contrincante.
Cada batalla ganada por sus adversarios en tribunales será contestada. Como dijera el finado Rafael Moreno Valle, por las buenas, bien; por las malas, mejor.
Es lo que necesita para radicalizar la polarización. Lo que otros hagan será para volver a la corrupción y podredumbre del poder. Lo que realicen los fieles a la Cuatroté es para salvar al país de aquellos.
El maniqueísmo como política pública, donde el criterio de la 4T es que lo legal se tuerce por esa mafia que se resiste a la transformación.
De ahí que las cartas a las nueve gubernaturas también deben contar como característica ponerse los guantes, provocar y madrear a su opositor.
¿Quién de los que aspiran a la gubernatura de Puebla reúne el perfil pendenciero que se requiere para los tiempos violentos que se avecinan?
Lo que está en juego es nada menos que el poder, donde el fin justifica los medios.
