Por Alejandro Mondragón
Desde el 20 de agosto del 2020, la abogada Yasmín Flores Hernández recurrió a la justicia electoral para denunciar que fue víctima de violencia de género por parte de la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco.
La referencia de la fecha es clave, porque indica que el fallo que emitió el Tribunal Electoral de Puebla, a partir de un mandato de la sala especializada del TEPJF, responde a un proceso de más de dos años.
La exedil de Morena, Rivera Vivanco argumenta que la resolución es una acción para frenar no sólo sus aspiraciones políticas del 2024, sino la de todas las mujeres.
Tremenda megalomanía de Claudia, pues ella sabe que se quedó sin aspiración cuando perdió en 2021 la reelección, por el mal desempeño de su gobierno que arrastró a Morena una derrota en la zona metropolitana de la Angelópolis.
Lo peor es que suponer que detrás de la acción legal de Yasmín Flores se encuentran grupos de poder, es volver a victimizar a quien violentó su derechos.
Y todavía pide una cita con el gobernador Sergio Céspedes Peregrina, en un intento de querer involucrar al mandatario en que el fallo de los tribunales es una acción concertada contra las mujeres morenistas.
Lo que es vivir alejada de la realidad. Lo de Rivera Vivanco no es persecución es resultado de sus acciones de violencia política de género.
El senador Alejandro Armenta Mier señala que es “excesiva” la sanción de incluirla en el catalogo de violadoras de los derechos de la mujer por 4 años y 4 meses. Si es así es porque constituye el tamaño de la agresión que cometió.
Una de las preguntas en la encuesta que definirá la carta a la gubernatura en 2024 tiene que ver con qué tanto el personaje a votar defiende los derechos de las mujeres.
Armenta y Rivera Vivanco quedan reprobados.
Lo que sí no se vale son las amenazas, las advertencias contra Flores Hernández de parte de cobardes que en el anonimato las cometen.
Peor de aquellos que usan peluca o taxistas o closeteros que se sienten periodistas para ofender a la víctima de la violencia de género.
Les va a doler, pero les va a gustar.
