Por Jesús Manuel Hernández
En un ambiente salpicado de rencores y matizado con el discurso presuntamente conciliador, la escena política aldeana, de Puebla, va alineándose rumbo al 2024.
Varios asuntos podrían entrar en esa maravillosa sincronía al estilo de Carl Gustav Jung para dar paso a la gran decisión de mencionar el nombre obtenido de las “encuestas mágicas” que ya prepara Morena Puebla.
El observador recuerda las encuestas hace 4 años y pico cuando Miguel Barbosa derrotó a Enrique Cárdenas Sánchez en un escenario complicado y por ende poco creíble para los seguidores del ex rector.
Y ahora podría repetirse el método y los resultados, para favorecer al elegido o elegida.
¿Qué factores serán determinantes en la sincronización de hechos rumbo al 24?
¿Acaso lo más importante será privilegiar el proyecto del Estado de Puebla, integralmente, es decir, la democracia, la economía, la seguridad social, la seguridad pública, etcétera?
¿Será antepuesto el proyecto personal? O más bien ¿se dará prioridad a la decisión de hacer permanecer al grupo en el poder en una escalada de continuismo?
Alguien incluso podría abonar a favor de mantener los privilegios que ahora favorecen a unos cuantos y dejan de lado a otros.
Es más, garantizar el amarre de los grupos podría ser otro factor de influencia en la decisión, que bien podría derivar en la formación de un “nuevo grupo político”. Muchos lo han intentado, como se ha descrito aquí semanas atrás.
La decisión puede también verse ayudada desde el resentimiento y provocar la desaparición de los enemigos, de los grupos enemigos, claro está.
Eso dejaría los tiempos de la encuesta local a los tiempos de la encuesta nacional, o sea primero conocer el nombre del elegido para la Presidencia y en consecuencia alinear a los aspirantes locales en esa gran amalgama morenista para conservar el poder, pues “nunca llueve de abajo para arriba”. De ahí el acercamiento de las fichas del gobernador con Claudia Scheinbaum y el deslinde de Armenta con Monreal, por si se fuera de Morena.
Para algunos observadores Ignacio Mier se está jugando su futuro con el tema de la Reforma Electoral, para otros, ha cavado su tumba y su carrera se verá alterada después del mes de abril. Entre quienes piensan así están por supuesto los seguidores de Alejandro Armenta, quien curiosamente ha venido poniendo en práctica esa tradición del “reconocimiento”, colocando a los grupos en el centro de la atención para tomarse la foto. Así, el senador aprovecha su cargo para invitar a los periodistas no reconocidos por el gobierno local y les hace una especie de homenaje, lo mismo con otros sectores, pasando por el cultural y radiofónico, ni más ni menos la teoría de sumar a los “grupos de poder” para que cuando opinen, hablen a favor y no cuestionen.
Quienes lo observan están convencidos de que Armenta nunca ha roto del todo con Miguel Barbosa, estuvo con él desde la primera campaña, tuvieron sus “chifletas” y sus desencuentros, pero al final el senador ha heredado buena parte del poder de su antecesor hoy convertido en gobernador. Y eso supone que don Alejandro, exitoso agricultor, abona muy bien la tierra en aras de ser la pieza clave del engranaje de la transmisión del poder entre los grupos no solo de Morena, también de otros partidos.
¿O acaso alguien duda de cómo vería Jorge Estefan Chidiac y sus seguidores la llegada de Armenta Mier?
Comportamiento totalmente diferente si acaso Ignacio Mier fuera el candidato, polvos de viejos lodos levantarían lodazales en el primer aguacero.
Finalmente este 4 de diciembre el gobernador le tentó el agua a los camotes, como dicen en los barrios de Puebla cuando se oye el silbato del carrito.
Dicho de otra forma, “platica poblano, mientras yo te gano”.
O por lo menos, así me lo parece.