Por Valentín Varillas
Como anillo al dedo le ha quedado al titular de Gobernación, Adán Augusto López, el que los congresos estatales tengan que darle el visto bueno a la reforma a la Guardia Nacional aprobada por el legislativo federal.
En estricto sentido, se trata de un tema que tiene que ver directamente con la política interna del país y por lo mismo, con su responsabilidad en el gabinete.
De paso, este carrusel que ya empezó y que lo llevará a recorrer prácticamente todo el país, opera como una poderosa plataforma de lanzamiento en caso de que el presidente López Obrador decida lanzarlo a competir por Morena en el 24.
Visitará las capitales de las entidades federativas, encabezará el cabildeo con los diputados de las distintas fuerzas políticas, teniendo la oportunidad de conocer de viva voz la realidad política particular que se vive en cada una de ellas.
Sabrá dónde y con quiénes cuenta el gobierno federal .
También contará con un mapa preciso de los potenciales focos rojos, en donde necesariamente tendrán que endurecer y apretar.
Y el tema del presupuesto federal será fundamental.
Para el 23 y por supuesto, para el año de la presidencial.
De paso, Adán contará con todos, absolutamente todos los reflectores mediáticos en los ámbitos locales y sobretodo en el nacional.
Su bandera no es un asunto menor.
La operación y vocación de la Guardia, es el punto medular de la estrategia de seguridad pública que se va a ensayar en el país, no solo en lo que resta del sexenio sino en los próximos años.
Se trata del pendiente histórico que nos han heredado gobiernos anteriores y sin duda, el mayor y gran fracaso del actual.
Ofertar personalmente la “esperanza” de que las cosas pudieran a empezar a cambiar para bien, es un botín político muy apetitoso para cualquiera que tenga aspiraciones.
Y al tabasqueño lo metió de lleno a la contienda su propio paisano.
El que vive y despacha en Palacio Nacional.
Aquel que ordena y dicta todo lo que tenga que ver con el gobierno y su partido.
Al que no se le niega nada ni se le contradice.
Imposible saber si Adán Augusto está cómodo con su realidad, pero eso es lo de menos.
En términos de política real hace lo que a Andrés Manuel le conviene.
Y en esta coyuntura, es urgente desmarcar a Claudia Sheinbaum y mitigar el enorme desgaste al que ha sido sometida cuando le colgaron la etiqueta de favorita.
De paso, metes ya de lleno a la sucesión a un perfil de absoluta confianza e institucionalidad, que entiende perfectamente el papel que le toca jugar hoy en la política nacional y que en los hechos puede ser un magnífico Plan B, o incluso C, ante cualquier imprevisto que obligue a virar el derrotero original planteado desde el inicio del sexenio por el propio López Obrador, en lo que a su relevo en la presidencia refiere.
Carambola de varias bandas para quien es hoy, sin duda, uno de los más poderosos hombres del país; pieza clave en el diseño y la operación electoral del gobierno federal a favor de Morena en lo que resta de la primera temporada de la mal llamada Cuarta Transformación.
