07-05-2024 06:32:40 PM

Los retos de Amanda

Por Valentín Varillas

 

Vienen tiempos recios para Amanda Gómez Nava, titular de la Auditoría Superior del Estado.

Demostrar que no es igual que todos sus antecesores no va a ser fácil.

Sobretodo en un contexto de efervescencia política que se calienta cada vez más, a medida que se acerca el proceso electoral.

Y es que hay apetitos muy claro de varios sujetos obligados.

Aquellos que, directa o indirectamente, mandan señales de que buscan salir limpiecitos de la revisión de sus cuentas públicas porque anhelan la bendita impunidad o bien porque tienen proyecto político para el 2024.

Y juegan a vender un capital político que pudiera servir a aquellos grupos que apoyan perfiles para tratar de ganar la gubernatura de Puebla.

Entre estos últimos están, en primerísimo lugar los alcaldes.

Algunos, enanos dictadores de sus igualmente pequeños cotos de poder.

Muchos tienen ya varios años de experiencia en el servicio público o la política partidista.

Por eso, en su actuar, están muy arraigados en aquellos usos y costumbres del pasado que en su momento convirtieron a la ASE en un muy efectivo garrote político con el que se premiaba a amigos y se fustigaba a enemigos.

 

“Ya no está Romero Serrano”- les mandó como recordatorio el gobernador Miguel Barbosa en una de sus conferencias matutinas.

La frase, aunque corta, simple y directa, viene cargada de simbolismo.

Adelanta que no habrá consentidos ni perseguidos, como en su presencia se lo hizo notar al presidente municipal de la capital, Eduardo Rivera.

Y que los colores, signos y logos políticos no van a tener un peso específico en el dictamen sobre cómo y en qué están gastando el dinero público.

No es un tema menor.

Significa un cambio radical, una reingeniería encaminada a erradicar los amarres, pactos en lo oscurito y los millonarios negocios que se han hecho hasta muy poco con el manejo de una instancia que, en teoría, desde su creación, tendría que haber fungido como contrapeso real de potenciales actos de corrupción y no como burdo cómplice de los mismos.

A intención ahí está.

Más clara no puede ser.

Pero es un hecho también que las instituciones las conforman seres humanos.

Falibles, imperfectos y a veces víctimas de sus propios apetitos personales.

Políticos y económicos.

Y el botín, créame, luce sumamente apetitoso.

Sin embargo, la traición -la maldita traición- a un proyecto o a quien lo encabeza, se ha paseado como fantasma, con una frecuencia e intensidad atípicas, por varias dependencias, organismos, instancias y poderes en estos nuevos tiempos políticos.

Ojalá que Amanda sea la excepción que confirme la regla y que no se deje caer en tentación.

Simple y sencillamente, no puede fallar.

Por el bien de las instituciones, por el bien de Puebla y sobretodo, por su propio bien.

Que así sea.

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