Por Rosa María Lechuga
En la región del Aube, al este de Francia, en la ciudad de Essoyes se instaló a finales del siglo XIX, uno de los máximos representantes del Impresionismo, Pierre Auguste Renoir quien, junto a Claude Monet, Edgar Degas y Alfred Sisley, revolucionaron la disciplina de la pintura.
Nacido en Limoges, pasó su infancia en los corredores del museo del Louvre, en Les Halles o en Saint Eustache y fue aceptado en la escuela de Beaux-Arts en la ciudad de París, donde participó en la exposición en 1874, un movimiento disidente que representó la ruptura entre el arte tradicional académico y uno innovador.
Fundó con Monet, Degas, Sisley, Pisarro y Morisot, el Impresionismo.
Algunos sucesos económicos, sociales y culturales, crearon el caos en Francia -por la guerra contra Prusia- lo que orilló a varios de sus colegas a abandonar París y el país; Renoir, contrario a ello, se enlistó en las filas para abatirse contra el enemigo.
Renoir, el pintor francés patriótico.
Poco tiempo después, herido de guerra, se trasladó a la ciudad natal de su mujer, Aline Charigot, en Essoyes, donde realizó algunas de sus obras más importantes y donde alejado del bullicio de la capital, continuó pintando.
En Essoyes, se instaló con su familia y construyó su atelier donde las obras como “Jeunes filles au piano” reflejaban la época “nacrée” del pintor, y su fascinación por retratar rostros, cuerpos voluptuosos de mujeres y la campiña francesa. Justamente este cuadro, le daría fama al ser el primer cuadro en exhibirse en un museo estático, el de Luxemburgo, muestra de que la corriente impresionista llegaba para quedarse.
Pierre – Auguste, l’homme de la campagne française.
Marcel Proust decía que las mujeres que pasan por la calle son diferentes a las del pasado, ya que son de Renoir, una alusión a la forma en que el artista se adueñaba de ellas a través de sus colores y pinceles.
Renoir amaba pintar la fugacidad del placer, los instantes sublimes, llenos de buen humor y efímeros como la vida, le gustaba adueñarse de los momentos extraordinarios que se cuelan a la cotidianeidad de la cual huía.
¿Otras obras? La Toilette, Printemps à Essoyes, Cariatides, Baigneuse assise dans un paysage, dite Eurydice, La Marchande d’oranges. Estos y otros cientos más fueron realizados en los casi 30 años que estuvo en Essoyes, sobre todo en verano.
También decoró su casa pintando él mismo la cerámica, la vajilla, mosaicos, abanicos, cofres, tazas y en algún momento, practicó la escultura.
En su casa, no faltaron las obras de Balzac, de Emile Zola, de Alexander Dumas, de José María de Heredia, de Shakespare, de Molière, de Víctor Hugo, ni los cigarrillos, ni la partitura de Die Lorelei, o el periódico “L’Illustration”.
Su atelier, pleno de luz y de dos pisos, contaba con el espacio suficiente para pensar, crear, pintar sus obras y frente a él, la casa con un enorme jardín donde veía jugar a Jean, Claude y Pierre, con pequeños viñedos y muy cerca de Orce, el río de la región.
A Renoir le gustaba la simplicidad de la pequeña ciudad, su gente, sus mercados, el rio Orce, sus paisajes, tenía un gusto por explorar los alrededores. Fue en un viaje al pueblito aledaño -Verpillières sur Ource- en bicicleta, donde cayó y comenzó una larga enfermedad que lo llevaría a usar la silla de ruedas y a desplazarse al sur de Francia.
Al igual que Monet, Renoir siguió pintando a pesar de su estado de salud. El primero, casi ciego, pintó los muros de la Orangerie; el segundo, en silla de ruedas y a una ya muy avanzada edad siguió pintando sus cuadros de naturaleza o de bellas mujeres.
Hoy en día, es posible visitar su atelier rehabilitado con sus objetos personales. Su casa ha quedado intacta, tal cual la construyó, sus habitaciones, baños, sala, comedor y cocina continúan en el mismo estado y gracias a la donación de su bisnieta, ya le pertenece al ayuntamiento de Essoyes.
En el corazón del pintoresco pueblito francés, se creó el “Espacio cultural Renoir” donde hay una exposición sobre su obra concebida en este lugar, así como los trabajos de su hijo, Jean (cineasta), Pierre (actor de cine y teatro) y Claude (ceramista).
Hoy, la ruta “Renoir” es un bello recorrido por las calles essoyescas donde se pueden contemplar diferentes cuadros del pintor, en las fachadas de las casas o de algún lugar emblemático, su casa, su atelier, su tumba y los paisajes que lo inspiraron y lo acompañaron en su vida de artista.
La Iglesia Saint Remi, que data de finales del siglo XI y reconstruida hacia mediados del siglo XIX, en un estilo neogótico, le agrega un atractivo a esta ruta turística donde vitrales y órgano, son un plus veraniego.
Essoyes, se convirtió en el refugio de Renoir y aunque tuvo otra casa en Cagnes-sur-mer y en París, sus restos -y los de toda su familia- yacen en el cementerio de esta ciudad
Renoir, el pintor francés disidente, patriótico, caballero de la Legión de honor -condecorado con medalla- se apaga en 1919 no sin antes ver un cuadro suyo en el Louvre.
Pierre Aguste Renoir, el artista de lo sublime y fugaz.
Renoir, el pintor atemporal.