26-04-2024 09:44:14 PM

Las añoranzas de Pablito

Por Valentín Varillas

 

Pablo Rodríguez Regordosa fue testigo, desde muy temprano, de cómo a través de una abominación llamada “Junta de Mejoramiento Moral y Económico del Municipio de Puebla”, los barones de la ultraderecha poblana se enriquecían gracias a los favores que recibían de los gobiernos emanados del PRI.

Sí, de los dinosaurios, los grandes enemigos del país, los que encarnaban al ogro filantrópico, que representaban lo peor de lo peor de la política y el servicio público, pero que eran muy generosos con ellos para moderar sus críticas.

Esas críticas que los viejos lobos de mar, maestros en el manejo de lo público, sabían que era esencial para legitimarse.

Una crítica light, endulzada con Canderel, que privilegiaba siempre la forma y no el fondo, que jamás cuestionaba los yerros omisiones o corruptelas y que resultaba un esquema francamente muy rentable para ambas partes.

La eterna oposición de cartón.

Luego, ya en sus pininos en la política partidista, le tocó ver cómo el entonces gobernador Manuel Bartlett, mantenía a raya a quienes lo formaron ideológica y doctrinalmente, entregándoles jugosos contratos de obra pública para sus empresas constructoras o bien, convirtiéndolos en proveedores “estrella” de todo tipo de productos y servicios.

Por las buenas o por las malas, pero la estrategia funcionaba con la precisión de un relojero suizo.

Con Melquiades, fue testigo de cómo el mandatario estatal priista se ganaba a la derecha mandando maletas llenas de efectivo, que tenían como destinatarios a los líderes de los organismos empresariales, auténticos clavadistas de lo grotesco que utilizaban esas posiciones como trampolín político.

Pero con un beneficio adicional.

Apelando a un derecho de sangre y respetando a una especie de título nobiliario que al priista le imponía, Morales Flores fue fundamental en el florecimiento y crecimiento de empresas propiedad de la familia Rodríguez Regordosa como Tubos de Cemento de Alta Resistencia S.A. de C.V. y Tubos Ecológicos de Cemento S.A. de C.V.

Varios proyectos grandes de obra pública llevaban la “recomendación” oficial a las constructoras ganadoras de las licitaciones respectivas, para contratarlos como proveedores.

Con Marín, casi lo mismo, pero mucho más rentable.

El escándalo Lydia Cacho encareció los acuerdos con la derecha poblana, sobre todo después de aquella impresionante marcha que organizaron en el primer cuadro de la ciudad para exigir que el congreso local iniciara un procedimiento de juicio político en su contra.

Acorralado, el ex gobernador -hoy preso en el penal de Cancún- negoció la entrega del estado a cambio de impunidad.

Apoyado por Elba Esther Gordillo y con el visto bueno de Felipe Calderón, el priista Rafael Moreno Valle se convertiría en el primer gobernador panista en la historia del estado.

Vaya paradoja.

Sin embargo, en el estira y afloja de la negociación con el panismo dogmático, Pablito tomó partido desde el principio.

Optó por formar parte de este grupo que tomó por asalto al blanquiazul, que no conocía ni le importaban la ideología o los principios del partido y que simplemente eran producto  de una gran fractura al interior del tricolor poblano.

No se equivocó.

Ni en lo político ni en lo económico.

Valió la pena traicionara quienes lo formaron políticamente y dejar en el camino un impresionante saldo de damnificados, a cambio de por fin poder jugar en las grandes ligas de la política.

Con todos los beneficios que eso implica.

La joya de su corona fue el contar con información privilegiada que le permitió realizar inversiones inmobiliarias a precio de risa, pero que tendrían una enorme plusvalía con la instalación de la planta Audi en Puebla.

Un proyecto que se convirtió en auténtica obsesión para Moreno Valle al inicio de su sexenio.

Por eso, en su óptica, lo más normal es que, desde el poder, se sigan haciendo trajes a la medida para favorecer económicamente a quienes comparten ideología y signo político o a quienes, en lo público del discurso, simulan poniéndose el disfraz de enemigos o adversarios.

Es lo que ha visto siempre.

Es lo que desearía que no cambiara jamás.

Es de lo que se ha beneficiado eternamente; de forma directa o indirecta.

La clásica doble moral; las críticas demoledoras tomando como materia prima las corruptelas de los demás y a la vez, la benéfica y siempre purificadora autocomplacencia, cuando las marranadas las hacen en casa.

 

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