Por Alejandro Mondragón
Una vez concluida la emergencia sanitaria del coronavirus, el activismo político apresura paso rumbo al 2024.
La reapertura económica, social, educativa y cultural permite que los actores de poder formalicen acuerdos, dialoguen con grupos y autoridades en las regiones, donde se definirá, sin duda, la sucesión por Casa Aguayo, entre otros cargos.
El gobernador Luis Miguel Barbosa reactivó las giras de trabajo por todo el estado, en los que se reúne con presidentes municipales y personajes regionales que jugarán un papel clave.
El mandatario ha entregado 15 proyectos por 600 millones de pesos, en una semana, en zonas como la Sierra Negra, el Valle de Tehuacán, la Sierra Norte, la Sierra Nororiental y la Mixteca.
Ahí dialoga y escucha. Opera pues.
En la capital del estado también hace lo suyo, pues este jueves arranca la Feria de Puebla, la que congregará a todos los actores y estratos sociales.
Sin duda se avecinan tiempos políticos y el diagnóstico sobre la situación en todos los frentes será clave para definir el momento de conocer seguramente qué perfil podría tener aquella persona que represente los intereses del barbosismo en los comicios que se avecinan.
Además, Barbosa aprovecha las giras para que evitar que lo engañen con las obras o las condiciones en que se encuentran carreteras y pueblos.
Interesante será analizar las comitivas que lo acompañan, pues hasta ahora no da luz verde a nadie.
Ya se sabe que enfrente, de lado de Morena, sigue el activismo del senador Alejandro Armenta y el legislador federal, Ignacio Mier Velazco, pero –insisto- la clave está en saber el resultado del diagnóstico político que tiene el mandatario, después de dos años de pandemia y a la mitad del camino.
En política simplemente no hay casualidades.
Es el papel que asumen ya los gobernadores de la 4T de López Obrador.