25-04-2024 03:26:00 AM

El extraño feminismo de la 4T

Por Valentín Varillas

No, no solo han sido las declaraciones desafortunadas.

Las de ayer y las que desde el primer día de su gobierno, nos ha recetado el presidente en su discurso con respecto a la complicada realidad que viven las mujeres en México.

Esas frases en donde descalifica el movimiento feminista nacional y en donde asegura, sin la menor prueba de por medio, que se encuentra infiltrado por “sus enemigos”.

La derecha conservadora que, a pesar de que tiene mucho tiempo que no gobierna, sigue siendo la culpable de todos los males que aquejan al país.

Otra vez, el victimismo.

Otra vez, él, antes que los cientos de mujeres que mueren cada año en el país simplemente por su condición de género y del dolor de sus familiares, hijos, amigos, padres y demás.

El daño colateral no sólo en su círculo íntimo, sino en general, la constante, imparable e irremediable afectación que estos hechos generan al tejido social.

Desde el inicio de su gobierno, López Obrador nos mostró, con toda dureza, que los temas relacionados con la agenda feminista no le importan.

Es más, ni siquiera los entiende o asimila.

En su lógica, tener un gabinete con presencia importante de mujeres, es suficiente para ganarse la medalla del “presidente más feminista de la historia”.

Para él, se trata simplemente de cumplir con una incómoda cuota de género, nada más.

Sin embargo, la realidad es que las demandas y exigencias de las mujeres del país que dirige, no ocupan un lugar prioritario en el ejercicio de su cargo.

Están completamente ausentes en la lista de temas importantes.

Y así seguirá hasta el final de su sexenio.

Por más justas que sean las reivindicaciones.

Y quedó muy claro en la mañanera de ayer, con la anticipada descalificación de los actos de protesta que se llevaron a cabo prácticamente en todo el país.

Más de treinta y tres millones de mexicanos llevamos a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República.

Según la información dada a conocer en su momento, a través de las encuestas de salida, 49% del total fueron votos de mujeres.

Algo así como 16.2 millones.

Mujeres que confiaron en el candidato presidencial por diversas razones: hartazgo de los gobiernos anteriores, las promesas de honestidad y combate a la corrupción, una supuesta mejora en su realidad económica y social y sin duda, porque en teoría, atendería de raíz la complicada problemática que enfrenta la mujer mexicana.

Abusos, violencia, discriminación y sobre todo, el asesinato simplemente por ser mujeres.

“Feminicidio”- ese término que tanto molesta a los gobernantes por su incapacidad para atacarlo de manera eficaz, pero que refleja el infierno en el que viven de miles de mujeres en este país.

El crecimiento de este delito ha sido exponencial, desde la llegada de la 4T.

Más del 100% de acuerdo a cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

No, aquí no hay “otros datos”.

No hay duda, el triste y decepcionante despertar de las mujeres que optaron por un cambio político en México ha sido demoledor.

Lo más grave, es el cómplice silencio de los liderazgos femeninos de la 4T.

Mujeres que son parte del gabinete, que gobiernan estados, o que forman parte del circulo de más confianza de López Obrador.

Ninguna le corrige la plana públicamente.

Ni siquiera se atreven a declarar lo que realmente opinan y piensan sobre la realidad de la s mujeres mexicanas, para no generar una contradicción discursiva con su jefe, su amo, al que le deben todo lo que son políticamente.   

Esto, representa una validación implícita de la bizarra visión presidencial sobre el tema.

Realmente -como lo gritaban ayer frenéticamente en la hipócrita ceremonia llevada a cabo ayer en Palacio Nacional- para las auténticas feministas ¿es un honor estar con Obrador?

Qué decepción.

Ellas tendrían que ser las primeras en intentar por lo menos, sensibilizar al presidente y hacerlo entender la gravedad de la realidad en la que viven millones de mujeres en el país.

Abrirle los ojos al México real y no avalar el mundo de fantasía que intenta vender obsesivamente en su discurso.

Se han convertido en cómplices de las omisiones y la indiferencia de su patrón.

Y eso marca carreras y trayectorias de por vida.

Son las mismas que, en tres campañas presidenciales, gritaban a los cuatro vientos que la 4T sería feminista o no sería una transformación real.

Y ¿qué cree?

No lo ha sido y está muy lejos de serlo.

Es más, nunca lo fue ni lo será.

Así de plano.

 

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