Por Alejandro Mondragón
Dos de los temas que según opositores a la Cuarta Transformación en Puebla tenían al Estado en llamas han quedado apagados.
El hallazgo del bebé Tadeo en un contenedor de basura en el penal de San Miguel y la beligerancia por el control de la Universidad de las Américas que llevó a bloqueos de vialidades y hasta toma de calles.
El primero no sólo permitió conocer la ruta tenebrosa de la llegada del bebé a la cárcel y la aplicación de sanciones a los responsables, sino que abrió la puerta para recuperar los protocolos de seguridad en San Miguel.
La limpia es total, pues además de destituir y nombrar nuevo personal, se procedió a trasladar a los presos que se habían convertido en autoridad carcelaria.
Y los procesos legales siguen su curso.
El otro tema que junto con el penitenciario llevaron a adversarios al barbosismo a señalar que en Puebla había ingobernabilidad y se montó una campaña en contra fue la UDLAP.
Los culpables del saqueo del patrimonio de la Fundación Jenkins montaron su puesta en escena, pero en menos de diez días la justicia puso a todos en su lugar.
La semana pasada se reabrió el campus, se entregó a las autoridades académicas y administrativas, bajo lo vigilancia del nuevo patronato que no se cansan en llamar espurio, pero todos acataron.
Se acomodaron las cosas al interior del plantel para la reapertura de actividades y los procesos legales siguen su curso. No tardan en concretarse las primeras órdenes de aprehensión. Es cuestión de tiempo.
El punto es que esos dos temas que incluso tuvo su escalada mediática nacional terminaron con la acción de poderes. El tema penitenciario con el Ejecutivo; y el caso de la UDLAP con el Judicial.
Las guerras está visto no se ganan en medios.
