Por Alejandro Mondragón
El camino en términos de la relación con los gobiernos de izquierda y lo que significa la Cuarta Transformación quedó trazado en el encuentro en Palacio Nacional entre la cúpula empresarial del país y Andrés Manuel López Obrador.
“Maximizar las coincidencias y minimizar las diferencias”, es lo que se planteó de fondo.
El líder saliente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín, dejó en claro que hay diferencias, pero se ha pensado mejor en lo que necesita México.
Lo que ocurrió en la reunión de Palacio Nacional define con claridad lo que le he comentado en estos días sobre lo que se avecina en términos de la relación del empresariado poblano y el gobierno de Luis Miguel Barbosa.
Poner un alto a la confrontación, trabajar más en la ruta de la inversión y empleo, vía Revive Puebla, en lugar de la grilla y las descalificaciones del sector privado hacia las políticas de la 4T en la entidad.
Ya se tienen los consensos en el gran capital que el cambio se dará al interior de las estructuras patronales, con empresarios que tengan negocios, no con administradores/as.
Lo que resta del 2022 se despresurizará en torno a diferendos, malos entendidos y hasta descalificaciones.
Si los grupos que hoy apuestan al enfrentamiento persisten en imponer y manejar los organismos, no descarte que se queden solos.
El gran capital va en otra ruta que ellos. Y si esas cámaras y asociaciones empresariales no cambian, entonces no descarte otra desbandada de agrupaciones del CCE de Puebla, tal y como ocurrió hace ya algunos años.
Sí, en le época que se constituyeron nuevos organismos para actuar paralelamente a los existentes y ofrecer una nueva interlocución, en la que la inversión y empleo sean la base.
Hoy está claro que buena parte de las cámaras y organismos carecen de interlocución, lo que se ha visto grave porque el gran capital ha asumido frente al gobierno local un nuevo trato, sin necesidad de sus representantes.
