28-03-2024 04:37:12 PM

La fiesta del auditor se acabó

Por Alejandro Mondragón

Francisco Romero Serrano se presentaba en 2018 como coordinador de la campaña de financiamiento de la entonces designada candidata de Morena a la alcaldía de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.

Algo pasó que paulatinamente fue marginado, una vez que Rivera ganó las elecciones de ese año. Unos afirman que por su cercanía con el que sería el próximo líder morenista en el Congreso del Estado, Gabriel Biestro.

Otros que pedía recursos para la campaña claudista que jamás reportaba. Romero Serrano venía como principal crítico del morenovallismo, sexenio en el que se declaró perseguido político por su posición en el Consejo de Organismos Empresariales.

Después del helicopterazo que cambió todos los equilibrios de poder, con gobernadores provisional e interino, reapareció en 2019 como carta favorecida para la Auditoría Superior del Estado.

Y una vez en el cargo, se subió al ladrillo para marearse y en cada encuentro presumía que tenía todo para convertirse en el sucesor del hoy mandatario Luis Miguel Barbosa.

Los problemas comenzaron con denuncias en el manejo de auditorías, laxitud en la aplicación de pliegos de cargos en el caso de Puebla capital y escándalos familiares que provocaron su desdoro, como titular de la ASE.

Ahora, Romero Serrano, quien cree que no es funcionario público, sino aún líder empresarial beligerante, ha lanzado una cruzada para sostenerse en el cargo.

A organismos y dependencias estatales comenzó a presentarles pliegos de observaciones y cargos al por mayor. Incluso, a legisladores/as que aprobaron las reformas legales para crear la comisión de vigilancia de la propia Auditoría Superior del Estado, y que tuvieron un cargo público, como alcalde o funcionario público, ya les notificó que serán sancionados.

Sin más que mantenerse en el puesto, a pesar de romper todos los códigos de ética en el cargo, Romero Serrano sacó como larines tales pliegos de observación y responsabilidades para impedir irse.

Está claro que hay un marco jurídico que lo mantiene como auditor y que las leyes no son retroactivas, pues a él lo nombraron con la anterior legislación y no con la aprobada.

Pero más allá de esto, Romero Serrano no asume que el único enemigo que enfrenta se encuentra en su propio espejo.

En el ejercicio público, sabe perfectamente que se le acabó el negocio con los despachos externos y autoridades municipales para la revisión de sus cuentas públicas.

Es seguir en la posición para continuar con el negocio, pues ya sabe que se le acabó la fiesta.

No más, no menos.

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