Por Alejandro Mondragón
Javier Lozano Alarcón, expriista, exzedillista, expanista, excalderonista, exmorenovallista, es el defensor de oficio de los impresentables.
Fue vocero de José Antonio Meade en el 2018, luego de renunciar al PAN en protesta por la designación de Ricardo Anaya. Él, su partido y candidato acabaron en el tercer lugar de la votación.
Por horas, ostentó el cargo de vocero de la Coparmex, ahora defiende al impresentable gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Y todo apunta a que acaba de ser contratado para defender al exgobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, con el propósito de atacar al mandatario morenista Luis Miguel Barbosa.
Hace a un lado argumentos, para emplear epítetos y alusiones personales que sólo exhiben a quien los eructa.
Javier Lozano ha iniciado una cruzada de descalificaciones, a nombre de Gali y del PAN, contra todo aquello que representa el gobierno actual.
¿Al fin rompe Gali el silencio por interpósita persona?
Lozano trabajó con el entonces mandatario poblano, a quien en campaña del 2016 lo representó como vocero contra el PRI, partido al cual defendió con Meade como candidato presidencial.
El exsenador panista suele usar redes para extrañar la Puebla morenovallista, sí aquella que hipotecó el Estado, saqueó las arcas, favoreció un modelo de negocios y persiguió a los opositores con las tres E: exilio, encierro o entierro.
Esa Puebla tenebrosa.
Por lo pronto, Lozano sigue en lo suyo. Defiende a impresentables de la política, en espera de mantenerse vigente como el señoritingo de las redes sociales.
